"Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" Hebreos 12:1
El evangelio es vida y se vive. Por eso buscamos en las Escrituras ejemplos de hombres y mujeres que aprendieron de su comunión con Dios a vivir piadosamente, honrando Su nombre.
Mardoqueo se mantuvo firme en Dios. Su servicio le llevó a salvar la vida del rey de un complot mortal. Su fe en el gran Yo Soy le impidió inclinarse ante el perverso Amán. La madurez espiritual con la que actuó en el reino, le hizo salir en defensa de su pueblo y hablar con agudeza a Ester sobre su rol como intercesora. Recibió la gloria que sabía era para Dios. A pesar del entorno, la dificultad, la conveniencia, nunca temió por su vida ni se acomodó para preservarla.
Naamán era de un pueblo poderoso, pero enemigo de Israel. Fue por medio de su enfermedad y sanidad que el nombre de Dios fue reconocido en casa de este general sirio y quizá en los pasillos de palacio, hasta el mismísimo trono real de Siria. La intervención de la joven judía para referirle al profeta, el profeta Eliseo y los siervos que acompañaron al capitán a sumergirse en el río Jordán, nos hablan de un plan perfecto escrito en el cielo y con el sello divino de Dios, más soberano que el propio rey a quien Naamán servía en esta tierra.
Abraham y su amistad con Dios es un ejemplo claro de la relación íntima y especial que desea el Salvador establecer con cada redimido. En tres ocasiones se nos dice que eran amigos y en una de ellas es Dios quien lo declara, porque esa amistad era recíproca.
Seguro que es un modelo Bíblico para establecer sanas amistades regidas bajo principios espirituales, pero más que eso, me anima a enfocarme y trabajar para establecer una amistad con Dios mientras todavía estoy en este mundo.
Nicodemo nos enseña el cambio operado en nuestro ser cuando Cristo viene al corazón. Su primer encuentro fue tímido, carnal, de maestro a maestro. Pero definitivamente, el que entró de noche, no fue el mismo que salió, lleno de luz, claridad, salvación. En las otras dos menciones que se hace en la Biblia acerca de Nicodemo no le vemos escondido, con miedo, ni a oscuras, sino enfrentando a los judíos y a sus representantes religiosos, y cuidando el cuerpo del Señor delante de las autoridades romanas, para su sepultura y pronta resurrección. ¡Qué gran cambio!
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