VIVIENDO POR GRACIA

MARÍA MAGDALENA

De origen Galileo y específicamente de la ciudad de Magdala, María es una entre muchas otras mujeres que conocieron y siguieron a Jesús en su caminar por esta tierra. De ella sabemos que estuvo poseída por siete demonios (Lucas 8:2, Marcos 16:9) lo que nos indica cuál era su estado cuando tuvo su encuentro con el Señor. Por algún tiempo no sabemos cuánto, ella experimento la opresión demoniaca quedando anulada su personalidad y voluntad. 
La Escritura nos provee otros relatos de personas que también fueron poseídas por espíritus malos y gracias a ello hacernos una idea de lo terrible que era esa situación (Lucas 8:26-39, Marcos 9:14-29). De alguna manera ella volvió a ver la luz cuando Jesucristo la salvó, llegando a ser una fiel seguidora suya por la gracia de Dios. 
El Evangelista Lucas nos así: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lucas 8:2). Ella pasó a formar parte de los discípulos más cercanos de Jesús, y proveía de sus bienes para el ministerio. 
De las tinieblas a la luz. Entre las obras maravillosas que el Hijo de Dios hizo al venir a este mundo fue darnos luz. En la oscuridad hay desorden, caos, incapacidad para ver nuestra condición real y de necesidad, esta mujer estaba incapacitada para ir hacía la Luz verdadera como cada uno de nosotros antes de recibir la salvación. El alma sin Dios está en tinieblas, mas “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella... Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.” (Juan 1:5, 9). 
Cristo se acercó a ella y resplandeció en su corazón, “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” (2Corintios 4:6). Dios es luz (1Juan 1:5) y solo la luz puede mostrar la realidad de las tinieblas. Jesucristo igual al Padre en esencia y carácter enviado por él al mundo, manifestó esta luz y el que en él pone su confianza y le sigue le es dada la capacidad de reconocer su propia condición para recibir la luz de la vida, “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. (Juan 8:24).
De la tristeza a la alegría. Jesús la había sanado y como a ella a muchos otros manifestando su gracia allí por donde pasaba, sin embargo, injustamente fue apresado y condenado, lo que para sus seguidores era difícil de entender porque ellos esperaban que Jesús se posicionase como rey, pero cuando fue entregado por los principales a Pilato preguntándole este: “¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” (Juan 18:33-36). Su reino es espiritual no terrenal, él es rey en los corazones de aquellos que le reconocen como Su Señor y Salvador. Los acontecimientos previos a la cruz eran parte del plan divino. 
La Magdalena permaneció fiel en aquellos momentos muy duros para el Hijo de Dios, como resultado fue testigo de su muerte y sepultura. Así mismo se ocupó junto con las otras mujeres de preparar las especias aromáticas. Definitivamente, todo lo que en ese momento le vino a la mano ella lo hizo. Mientras el viernes y el sábado fueron días tristes y confusos, el domingo en cambio culminó con victoria y gozo. Dice la Escritura: “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro”. Fue al sepulcro con la idea de terminar de embalsamar el cuerpo, pero al llegar allí su intención se desvaneció porque se encontró con el sepulcro vacío concluyendo que se habían robado el cuerpo. (Juan 20:1-18). La tristeza realmente se apodero de ella, todo lo que había a su alrededor carecía de sentido e importancia, desconocer su paradero era la principal causa de su angustia. Sin embargo, ¡maravilla de maravillas, Él resucitó! por esa razón era imposible que estuviese en la tumba. 
Al llamarla por su nombre ella le reconoció y su tristeza se volvió en gozo ¡esta escena es realmente hermosa! María fue la primera persona en ver con sus propios ojos al Cristo resucitado. “De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo... También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo." (Juan 16:20-22), palabras que Jesús compartió con los suyos días antes de la cruz. En consecuencia, su experiencia de tristeza y derrota fue cambiada por gozo y victoria. 
De un mensaje desalentador a una de esperanza. Tras haber visto el sepulcro vacío, el mensaje que María angustiada llevó a los discípulos fue: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde le han puesto” (Juan 20:2). Sin embargo, luego de haber visto al Señor resucitado su mensaje fue totalmente distinto. Como no podía ser de otra manera, su Maestro en realidad estaba vivo, el sepulcro, lugar para los muertos, vacío. Aunque muchos se nieguen a creer, lo cierto es que “Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.” (1Corintios 15:20-21). 
La muerte no deseada por el ser humano alcanza a todos sin distinción a causa de su rebelión hacia Dios el Creador, no obstante, al resucitar Jesús hay esperanza para el que confía en él, porque de sí mismo dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26). Por tanto, el mensaje que ahora proclamaba era de esperanza y victoria. 
Él mismo Señor le dio la encomienda al decirle: “mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.” (Juan. 20:17-18). Mensaje que llegó a nosotros y del cual ahora somos participantes todos los salvados, nuestro Señor no sólo padeció y murió, sino que ha resucitado conforme a las Escrituras (Lucas 24:13-35). 
De un conocimiento básico a uno profundo. La Magdalena tuvo el privilegio de escuchar las palabras y enseñanzas del mismo Jesús, Pero no siempre pudo estar en todos los lugares a donde él iba y disfrutar de su compañía en todo momento. El hecho del regreso del Hijo a la esfera celestial para estar nuevamente con el Padre y la venida del Espíritu Santo para morar en el creyente hizo posible el disfrute de una relación más íntima para María con su Señor “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.” (Juan 14:18-20). Un privilegio que todo creyente en Cristo tiene a su alcance.
Ciertamente, el obrar del Dios eterno al que adoramos y servimos, es perfecto. Privilegios y bendiciones que María disfrutó y experimentó por la gracia de Dios que da en abundancia. Porque la gracia de Dios es suficiente para salvar al pecador y trasladarlo de su estado miserable a uno de bendición, una realidad claramente expresada en la biblia: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” (Efesios 2:1-10).
La vida de esta mujer es para mí es aleccionadora, en ella observo su devoción y servicio fiel al Señor, no dudo que fallase en algún momento pues nadie es infalible, pero de él recibimos su gracia, es decir su favor no merecido para continuar sirviéndole. 
Después de su encuentro con el Señor resucitado no sabemos más de ella. (Aquí la citas donde es mencionada: Mateo 27:55-56, 27:61, 28:1, Marcos 15:40, 15:47, 16:1-9, Lucas 24:10, Juan 19:25, 20:1-2, 11-18). Recordar lo que éramos debería ser sólo para vivir con gratitud y humildad por lo que tenemos ahora en Cristo, siendo al mismo tiempo de testimonio a los que están alrededor nuestro. Y por supuesto sin olvidarnos dar el reconocimiento de lo que somos y hacemos al único que lo merece, como Pablo quien lo tenía muy presente “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” (1Corintios 15:10).


LOIDA Y EUNICE, UNA FE SINCERA 

"Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2Tim. 1:5). 

No encontramos muchas citas directas sobre estas dos creyentes, sino lo que Pablo, quien las había conocido, recuerda y escribe a Timoteo desde prisión, una referencia que ya dice bastante de estas mujeres, recuerdos que venían a la memoria del apóstol convencido de que, en su hijo espiritual Timoteo, también habitaba esta fe sincera.
Al considerar la vida de ellas comprendemos la influencia que podemos tener en los que están a nuestro alrededor y que esta puede ser positiva o negativa, dependiendo de nuestra comunión con el Señor. En este caso fue positiva.
Notamos, primeramente, la fe genuina de estas mujeres resaltada por Pablo, quien había sido testigo de ella. La ciudad en la que vivían se llamaba Listra, situada en Asia menor, visitada por Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero para sembrar la semilla del evangelio, la cual fue prosperada “...volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.” (Hch. 14:6-23), siendo posible que en este tiempo Loida y Eunice pudiesen haber creído en el Señor y conocido al apóstol. Lo cierto es que Pablo admiraba la fe verdadera de ellas y que a la vez estaba influyendo en Timoteo, nutriendo su vida en el conocimiento del Dios de Israel y de Jesucristo el Mesías, el Salvador. 
No obstante, no creo que haya sido fácil, al menos si tenemos en cuenta algunas realidades. La sociedad en la que convivían era idolatra (Hch. 14:6-18), la persecución contra los cristianos estaba latente (Hch. 14:19-20) y las implicaciones que conllevan que el padre de Timoteo fuese griego no convertido. A todo ello Eunice tuvo que hacer frente, sin duda con la ayuda de su madre Loida, y por supuesto la fortaleza que viene del Señor, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Fil. 4:13); cuyo trabajo en el Señor no fue en vano, sino que dio fruto a su tiempo. 
Pablo quedaría impresionado por el testimonio del joven Timoteo en su segundo viaje a Asia menor, pues leemos “Y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Quiso Pablo que éste fuese con él” (Hch. 16:1b- 2), por lo cual Pablo le tomó para el ministerio y llegó a ser muy amado por el apóstol. 
Así, estas hermanas fueron instrumentos en las manos de Dios, preparando al joven para servir al Señor. Timoteo se conducía fielmente y esto se hizo visible, el servicio silencioso de ellas el cual será recompensado en público por su Señor. Pablo lo hizo evidente al escribir a los filipenses con respecto a Timoteo, diciendo: “Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros.” (Fil. 2:19-22). El plan de Dios en la vida de Timoteo empezó a través de Loida, Eunice y continuado luego por apóstol. No obstante, sin la labor de su abuela y su madre no habría sido posible lo que en Timoteo se logró, un espíritu de humildad y mansedumbre para recibir la instrucción y el consejo que venía del Señor, llegando a ser colaborador fiel en la obra. La enseñanza que recibió desde su niñez fue clave. 
Como podemos apreciar, el trabajo de estas hermanas fue de mucha importancia, servicio a Dios que permanece en el tiempo puesto que hoy podemos beneficiarnos al considerar los consejos de Pablo, quien inspirado por el Espíritu escribió dos cartas dirigidas a su amado hijo Timoteo. Asimismo, el testimonio de ellas caracterizado por una fe sincera, nos exhorta y sirve de inspiración. 
Muchas veces pensamos equivocadamente que servir al Señor consiste en hacer cosas o tener un ministerio llamativo en el lugar donde nos reunimos, cuando lo más importante es una vida de fe sincera independientemente del lugar en el que nos encontremos. 
Él habita en nosotros y va con nosotros, entonces se hará visible e impactará en los que están a nuestro alrededor. Por otro lado, descubrimos que el trabajo en el Señor es mucho más y que, como expresó una querida hermana, “todos tenemos un lugar en la obra maravillosa de nuestro buen Dios”, y lo que para muchos puede pasar desapercibido, para Dios no, él está atento. 
Gracias damos al Señor nuestro Salvador por ello y oramos para que Su propósito perfecto se esté llevando a cabo en cada uno de nosotros para Su gloria. 

DIANA ZAMBRANO

Precepto es del Señor 
que gloria yo le dé, 
cuidando el alma que me dio, 
viviendo por la fe. 

Ejemplo debo dar; 
mi vocación cumplir, 
y mis talentos dedicar 
a Cristo en servir. 

Devoto debo ser, 
pues a su vista estoy; 
su rostro llegue así a ver, 
contento donde voy. 

En oración velar, 
confiando sólo en Él. 
Si fuere de olvidar capaz, 
sin fuerza me veré. 
(Himnos del Evangelio, 208)


EL REY DAVID,
"CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS" (II)

David es proclamado rey de Judá y siete años después, rey sobre todo Israel. (2 Samuel capítulo 2)

Continuación...
Empieza una nueva etapa para David. Tras la muerte de Saúl, ya no hay motivos para huir. Consulta a Dios y es bajo su guía que sube a Hebrón, ciudad de Judá ubicada al sur de Jerusalén, “Y vinieron los varones de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá” (2: 4a). Sólo Judá le reconoció como rey en aquel momento porque Abner, general del ejército de Saúl, el cual sobrevivió a la guerra contra los filisteos, cogió a Is-boset (que había quedado de los hijos de Saúl) y lo puso como rey sobre las ciudades del norte. Hubo un enfrentamiento entre los dos bandos. Sin embargo, años más tarde, Is-boset es asesinado y las tribus del norte finalmente terminan reconociendo a David como su rey, tal como Dios lo había determinado. 
El periodo de su reinado sería de cuarenta años, de los cuales se llevaron a cabo siete en la ciudad de Hebrón, sobre la tribu de Judá, y los treinta y tres restantes sobre todo Israel, en Jerusalén. Desde el momento en que fuera ungido por Samuel, y hasta posicionarse en el reino, hubo un espacio de al menos quince años. Pero el tiempo de Dios es perfecto, él lleva a cabo sus propósitos en el momento oportuno. 
De esta experiencia de David aprendemos que la prueba puede durar años en la vida de un hijo de Dios, mas él está con nosotros y no se olvida de su palabra. Podemos decir como el salmista “Bien has hecho con tu siervo, Oh Jehová, conforme a tu palabra.” (Sal. 119:65). ¡Dios está con los suyos y tiene el control de nuestra situación! Era necesario que David pasara por esta etapa, allí conocería más íntimamente al Señor. 
Gracias a este periodo de su vida David fue inspirado, por medio del Espíritu, a redactar muchos de los cánticos que hoy en día son de ánimo y consuelo para nosotros. Observamos entonces que la espera es necesaria en un hijo de Dios, pues allí somos capacitados conforme al propósito divino, a fin de prepararnos para llevar a cabo su plan.

Acontecimientos durante su reinado sobre todo Israel (2 Samuel 5-24, 1 Reyes 1:1-37, 1 Crónicas 11-29):
• Toma posesión de Jerusalén (año 1000 a.C.). Esta se encontraba muy cerca de Belén, lugar de origen de David. El rey escoge esta ciudad probablemente por sus características ventajosas. Habitada por los jebuseos, Jerusalén no era una ciudad insignificante. También es llamada Sion, que significa “Fortificación” al estar edificada en una cumbre rocosa, razón por la que era difícil conquistarla. “Y David moró en la fortaleza, y le puso por nombre la ciudad de David…” (2S.5:6-10). A lo largo de la historia, imperios han pasado por ella y en la actualidad es codiciada por muchas naciones, permaneciendo en constante conflicto. Así pues, Jerusalén se convirtió en la capital y centro de adoración del reino. 
• El Arca de Dios es llevada a Jerusalén (5:6-10). Una vez que ya se ha establecido el centro del gobierno, es el momento de traer el arca a Jerusalén. Como símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo, David no se olvida de quien le ha dado el reino y grandes victorias, evidencia una vez más de la sumisión del antiguo pastor a su Dios. 
• Pacto incondicional de Dios con David (2S. 7, 1Cr 17. 1:27). Luego que el rey habitó en su casa de cedro y viendo que el arca estaba bajo tienda, vino a su corazón el deseo de construir morada a Dios, y fue de su agrado (2Cr. 6:8, 1Re. 8:18), pero Dios le hace saber por medio del profeta Natán Su voluntad con respecto a este tema. No sería David el que le edificaría casa, “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas…” (v.12). Está hablando de Salomón, el hijo que tuvo con Betsabé, él llevaría a cabo la labor, pero el asunto no se quedó sólo en eso, sino que Dios le hace una promesa a David, le haría casa firme y su trono permanecería para siempre, “Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.” (v.16). 
El cumplimiento de esta promesa aún no se ha manifestado, se cumplirá cuando el Señor Jesucristo vuelva a este mundo para reinar. Sobre esto, dice Ryrie en su comentario, «El pacto no garantizaba un reinado sin interrupción por la familia de David (y, de hecho, el exilio babilónico lo interrumpió), pero prometía que el derecho a gobernar permanecía siempre con la dinastía de David. Jesucristo es el cumplimiento final de esas promesas (Luc_1:31-33) y aunque al presente Él no gobierna desde el trono de David (Heb_12:2), en Su segunda venida Él ocupará ese trono (véanse notas en Mat_1:11; Mat_19:28; Hch_15:15).» 
• Extiende sus dominios. David obtiene victoria sobre las otras naciones entre las cuales están Filistea, Moab, Zoba, Siria, y Edom (2S. 8:1-14, 1Cr. 18: 1-13). 
• Mostró misericordia. Aunque Saúl, rey antes que él, le hiciera mucho daño, David no olvidó el pacto que había hecho con Jonatán, sino que preguntó: “¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” (2S. 9:1). Hacía por lo menos siete años atrás que Jonatán perdía la vida junto con su padre en el monte Gilboa contra los filisteos. Sin embargo, había quedado un hijo de Jonatán, sólo tenía cinco años cuando su padre murió. Estaba lisiado de los pies a causa de una caída que tuvo cuando su nodriza le tomó para huir (2S. 4:4). En esta historia vemos como Dios honra a Jonatán, quién manifestó lealtad a David. Nuestro Dios es Fiel y Justo y honra a los que le honran. 
Este es el pacto que David y Jonatán hicieron delante de Dios: “Y no apartarás tu misericordia de mi casa para siempre. Cuando Jehová haya cortado uno por uno los enemigos de David de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David… Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque le amaba, pues le amaba como así mismo.” (1S.20:15-17). David cumplió su promesa, Mefi- boset, hijo de Jonatán, vino al rey, “Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre… y tú siempre comerás a mi mesa… como uno de los hijos del rey”. (2S. 9:7-13). 
Sí, Dios usó a David para honrar a su siervo Jonatán, pero principalmente para mostrar Su misericordia. David es figura del Señor Jesucristo y Mefi-boset de nosotros, Cristo es el Rey, quien, a pesar de nuestro pecado e indignidad, nos perdonó y nos aceptó misericordiosamente, sin merecer nosotros nada. Gracias a su sacrificio en la cruz, somos beneficiarios de lo que es Suyo. 
• La caída de David (2S. 11:1-27). Llegamos a este momento de la vida de David, quien ya ha edificado su casa y se encuentra cómodo en ella. Un hombre victorioso sobre sus enemigos. Hasta ahora había sido prudente y justo. Tras una mala decisión, su vida va a quedar marcada. Es posible que se haya sentido tan confiado de sus circunstancias que, al llegar el tiempo de salir a la guerra, prefirió quedarse en palacio sin consultarlo con Dios. Olvidó que su llamado había sido el de luchar y librar a Israel de los enemigos. Su mirada se desvió y le llevó a caer cada vez más bajo. 
Es evidente que no somos perfectos, es decir, el hombre natural desea gobernar nuestra vida, por lo que aún, aquel que desea agradar a Dios, puede caer, equivocarse y tomar malas decisiones. Esta experiencia del rey David es un ejemplo para no confiarnos. Si nos mantenemos de pie no es porque seamos invencibles. Olvidamos que el enemigo es sutil y astuto a la hora de tentarnos, por ello el Señor nos instó a velar en oración, herramienta poderosa provista para vencer (Mt.26:41, Ef.6:18). Como dijo el apóstol Pablo “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1Co.10:12). 
Lo que David hizo fue desagradable a Dios y a la luz de esto nos preguntamos ¿por qué entonces David es llamado rey conforme a corazón de Dios? No hay ningún hombre en toda la historia de la humanidad que no haya transgredido la ley de Dios, si bien sólo Jesucristo fue hombre perfecto sin pecado (He. 4:15). Cuando Dios le hizo ver a David su pecado, él lo reconoció y se humilló, lo expresó claramente en el salmo 51. Allí observamos su tristeza y la firme convicción de su falta contra Dios, declarando que sólo él podía limpiarle de su maldad. A diferencia de Saúl, quién jamás se arrepintió, porque no confesó su rebelión contra Dios, sino que culpó a otros de sus acciones y estuvo más interesado en quedar bien delante de los hombres que honrar al Todopoderoso. Eso no hizo David, él entendió que los sacrificios que verdaderamente agradan al Señor son un corazón contrito y humillado. Esto le hace conforme al corazón de Dios. ¡Cuánto nos cuesta humillarnos! El mismo Hijo de Dios fue el ejemplo por excelencia, “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo” (Fil. 2:5-11). 
Ante su arrepentimiento fue perdonado porque así es nuestro Dios con aquel que lo confiesa, él se deleita en misericordia, como está escrito en el libro de Jeremías, “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (9:24). Dios es claro en revelarnos cómo es, no se esconde y siempre dice verdad. La misericordia, el juicio y la justicia son parte de su naturaleza divina, la esencia de su persona, no le resta valor a ninguna de ellas usándolas de forma perfecta. 
Natán anunció a David el juicio de Dios por su pecado y este llegó a la casa del rey, empezando por la muerte de su hijo con Betsabé, la violación de Tamar a manos de su hermanastro Amnon, la rebelión de su hijo Absalón en contra suya para tomar el reino y otros acontecimientos registrados en los capítulos del 12 al 19. En todo esto David no renegó contra Dios, sino que permaneció firme, entendió que tales situaciones eran las consecuencias de su pecado, pero siempre las misericordias del eterno le acompañaron. 
• El lugar para la edificación del templo. David realizó un censo tentado por Satanás. Dios juzgó este pecado (2S. 24, 1Cr. 21:1-30) y las consecuencias fueron trágicas, la peste se instaló en el pueblo cobrándose la vida de setenta mil hombres. Una vez más David tuvo que reconocer haber ofendido a Dios e intercedió por el pueblo, “Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que hizo contar al pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; pero estas ovejas, ¿Que han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre, y no venga la peste sobre tu pueblo. Y el ángel de Jehová ordeno a Gad que dijese a David que subiese y construyese un altar a Jehová en la era de Ornán (es el mismo Arauna de 2S. 24) Jebuseo.” David compró la propiedad a Ornán para ofrecer holocaustos y ofrendas de paz y Dios atendió sus suplicas y habló al ángel para que guardase la espada y que la peste cesara, “Y dijo David: Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel.” (1Cr. 22:1). 
• Preparativos para la obra del templo. Salomón, hijo de David y Betsabé, fue el escogido para construir el templo de Dios, “Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo… Así mismo el plano de todas las cosas que tenía en mente. Todas estas cosas, dijo David me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño” (1Cr. 28:19). El sucesor de David era muy joven, pero no le faltó la ayuda de su padre mientras estuvo vivo “Y Dijo David: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar ha Jehová ha de ser magnifica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia.” (1Cr. 21:8, caps. 22-26). 
• Investidura de Salomón. David reúne a toda su comitiva y confiere el reino a su hijo Salomón a quien Dios escogió de entre todos sus hijos (1Cr. 28:6, 29:1). Como todo gobierno, la labor se lleva a cabo en conjunto sabiendo cada uno la parte que le corresponde hacer para que las cosas funcionen de forma efectiva. Esto teniendo claro que dependemos de Dios, ya que es imposible por nosotros mismos gobernar nuestra vida, cuánto más la de toda una nación. Por ello David exhorta a sus siervos a seguir los preceptos de la ley divina con el fin de que sean prosperados. A Salomón le insta “… hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.” (1Cr.28:9). 
David ha sometido a todos los enemigos de los hijos de Israel y entrega en manos de su hijo Salomón un reino de paz. 
• Muerte del rey David. “Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo: Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate y se hombre (valiente) guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.” (1R. 2:1-4). Aquí tenemos al anciano David despidiéndose de los suyos, su labor en la tierra ha llegado a su fin y da las últimas instrucciones a su hijo Salomón, podríamos decir que esta vez de forma más íntima. 
Lo que estaba por delante no era una tarea fácil. Este padre desea que su hijo honre a su Dios y permanezca firme delante de él. Por su propia experiencia anima a su hijo a no desviar la mirada del único que puede sostenerle. Menciona cuatro actitudes a tener en cuenta con relación a la ley de Dios: esfuerzo, guardar o cumplir, andar, y observar. 
Vivimos pensando que lo sabemos todo, que somos autosuficientes, y cuando nos damos contra la pared, el golpe es doloroso. La Palabra de Dios no es opcional, es necesaria para nuestro andar, ella es nuestro manual de instrucciones, su objetivo es aportar bienestar a nuestras almas. 
Los cánticos y oraciones del joven pastor eran la expresión del conocimiento que adquirió del Dios profundo y eterno, pero que, a su vez, es cercano, ya que se revela a aquellos que le buscan sinceramente. Desde su juventud David experimentó la protección divina. El Señor fue su luz en la oscuridad para mostrarle la senda en la que debía andar. Torre fuerte y refugio cuando el enemigo acechaba. También Su apoyo en aquellos momentos de desánimo. Fue su escudo frente a las saetas del destructor y su esperanza al comprender que Dios cumpliría Su propósito en él. 
No podemos olvidar que este siervo de Dios fue lámpara a Israel (2S. 21:17). Desde el mismo momento en que fuese ungido por Samuel, el Espíritu de Dios vino sobre él usándolo conforme al designio de Dios. Siempre procuró vivir conforme a Su voluntad. Las Escrituras no dicen de él que haya incitado al pueblo a buscar dioses falsos, como sí lo hicieron otros reyes que le sucedieron, más bien Dios le usa como un referente que debían tomar en cuenta sus sucesores que reinarían después de él. A Salomón Dios le dijo: “Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel” (1Re. 9:1-9; otros ejemplos en 1Re. 15:3, 2Re. 18:1-8; 14:1-4). 
Aunque algunos recuerdan a David por su pecado, las Escrituras dan testimonio de él diciendo: “…por amor a mi siervo David” 1Re. 11:6,12-13. “Por cuanto David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo.” (1Re.15:5). 
• Un detalle importante que no se puede quedar sin mencionar es que de su linaje nacería el Salvador, el Señor Jesucristo, ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?" (Jn.7:42).

“Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad.” (2Re. 2:10). Es posible que, en aquellas últimas horas de David sobre la tierra, el que una vez fuese sólo un pastor de ovejas, haya recordado todo lo que el buen Dios hizo en su vida, alabándolo en su corazón, porque finalmente Dios fue el protagonista de su vida “…Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo Israel…” (1Cr. 17:17). El Eterno usó ese corazón humilde y dispuesto para llevar a cabo su voluntad. 

DIANA ZAMBRANO


EL REY DAVID,  
“CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS” (I) 

 “Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo Israel; y he estado contigo en todo cuanto has andado…y te haré gran nombre, como el nombre de los grandes de la tierra.” 1Cr. 17:7-8

Un rey desechado, un profeta defraudado, y un pueblo sin rey (humano). En resumidas palabras, es lo que sucedía en el contexto del libro de Samuel luego que Saúl, primer rey de Israel, fuera desechado por Dios, a causa de su desobediencia. La nación de Israel se había empeñado en tener un rey terrenal igual que las otras naciones y con el reinado de Saúl queda evidente que el gobernante que no toma en cuenta a Dios gobierna en vano, de nada sirve un título. Aún así, en su misericordia, Dios ya había escogido uno que era conforme a su corazón para que reinara sobre su pueblo. Al Dios soberano nada le toma por sorpresa. A Samuel, dijo: “… ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.” (1S. 16:1). 

DAVID. Nombre de origen hebreo que significa «el amado y querido» o «el elegido de Dios». Su vida se narra desde 1S. 16:13, hasta 1Re.2:11 de forma más detallada y amplia. En libro de Crónicas tenemos un resumen de su gobierno como rey (capítulos 11 al 30). Es el autor de muchos de los Salmos donde descubrimos a un David sensible, a la vez que fue un hombre de guerra. Su padre era Isaí, descendiente de la tribu de Judá, nieto de Booz (quien contrajo matrimonio con Rut la moabita). Fue el menor de ocho hermanos, la Escritura sólo registra tres nombres de los siete: Eliab, Abinadab y Sama, que eran los mayores y que siguieron a Saúl a la guerra. Toda su familia era originaria de la ciudad de Belén y de condición humilde (1S 17.16:8-12,17:12). No se dice el nombre de su madre, pero se hace referencia a ella cuando David lleva a su familia a Moab, pidiendo al rey de este pueblo que les permitiese quedarse allí a causa de la persecución que Saúl había iniciado contra él, “Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí.” (1S. 22:3). En cuanto a su oficio, era pastor, cuidaba las ovejas de su padre (1S. 16:11b). La Escritura nos da detalles de su aspecto físico, dice que era rubio, de hermosos ojos y de buen parecer (1S. 16:12). Asimismo, sus cualidades y talentos: músico, valiente, vigoroso, prudente y hombre de guerra (1S. 16:18). Tenía buen testimonio ante los demás. 
David no tomó el reino hasta que Saúl murió (1S.31) y aunque Saúl continuó gobernando a Israel, la presencia de Dios ya no estaba con él, pues “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.” (1S. 16:14), “…Porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.” (1S.15). Así que Dios envía a Samuel a Belén y concretamente a la casa de Isaí para ungir al que sería rey, “…y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el espíritu de Jehová vino sobre David.” (1S.16: 1-13). ¡Me gusta cómo Dios obra! Lo hace de maneras misteriosas. Saúl estaba siendo atormentado por un espíritu malo de parte de Dios, entonces sus siervos buscan a uno que sepa tocar el arpa y resulta que uno de los criados de Saúl conocía a David quien sabía toca ese instrumento, ¿casualidad? para nada, Dios siempre tiene el control. En su grande misericordia usó a David para calmar el tormento de Saúl. 
Así llega David a la casa del rey siendo sólo un muchacho. Sin embargo, su presencia allí no fue tomada en cuenta por parte del rey y sus hombres de confianza, lo sabemos porque cuando luchó contra Goliat, no tenían ni idea de quién se trataba. (1S. 17:55-58). 

VICTORIA DE DAVID SOBRE GOLIAT (1S.17). David era sólo un jovencito, recordemos que era el menor de ocho hermanos y no tenía edad para estar en el ejército. Hay un suceso que es de conocimiento de todos nosotros, la lucha entre David y el gigante Goliat el filisteo. Es la primera batalla de David contra uno de los enemigos de Israel. Un acontecimiento de gran relevancia que marcaría la vida del joven y de los que estaban a su alrededor. 
Enviado por su padre para llevar provisiones a sus hermanos (v.20), David escucha el grito de combate y deja la carga al que guardaba el bagaje. Corrió hacia el ejército para ver si sus hermanos estaban bien y es allí cuando un gigante, el cual ya había salido anteriormente para amedrentar a Israel, dice: “¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? escoged de vosotros un hombre que venga contra mí.” Goliat medía casi tres metros de alto y su armadura era potentemente destructiva, no dudo que al verle daba terror. Tal fue la actitud del pueblo y de Saúl que “se turbaron y tuvieron gran miedo” (v.11). Pero ¿cuál fue la reacción de David? Él dijo; “…¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”, y se ofreció para pelear contra el filisteo. 
No hace falta mucha imaginación para darnos cuenta de que ni Saúl, ni el pueblo esperaban que aquel muchacho pudiese vencer al experimentado en batallas como lo era Goliat. El mismo texto nos da detalles de ello. La realidad es que, teniendo el mismo Dios, no poseían la misma confianza, la mirada del pueblo estaba en sí mismos y en sus capacidades, en cambio la mirada de David estaba en el Dios de los ejércitos y es aquí donde queda evidente la relación personal que cada uno tiene con Dios. David lo tenía más que claro, estaba convencido que vencería a Goliat. Su Dios que le había librado de las garras del león y del oso cuando pastoreaba las ovejas de su padre, es el mismo que le daría la victoria sobre el filisteo. 
 Llega finalmente el momento del enfrentamiento, y esto es lo que sucede: David “…tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomo su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo… Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; … Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro para que vengas a mí con palos?... ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.” A lo cual respondió David; “Tú vienes a mí con espada y; lanza y jabalina; Más yo vengo a ti en nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quién tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré… Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y lanza; porque de Jehová es la batalla y él os entregará en nuestras manos.” (v.31-50). David fue usado por Dios con lo que tenía, lo importante era su convicción firme en que Dios le daría la victoria. “… Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31b). 

Tras esta victoria hubo consecuencias que marcaron la vida de David: 
● Confirmación de que el Dios de Israel gana las batallas y no hacen falta las armas (17:47). David fue usado por Dios para dar gloria a Su nombre. 
● Honró a sus padres. Qué mayor honor que ver a un hijo dejándose usar por Dios (17:58). 
● Surge una amistad genuina. Jonathan, hijo de Saúl, al ser testigo de la firmeza de David y de cómo Dios le usó, “… el alma de Jonatán quedó ligada a la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (18:1). 
● Ganó el amor del pueblo, “Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos” 
● La envidia de Saúl. Cuando Saúl escuchó a las mujeres que alababan a David, dándole mayor mérito que a él, se enojó en gran manera, “Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.” (18:6-9), más bien procuró su muerte. No debemos desconocer que cuando estamos dispuestos a servir a Dios el enemigo intentará destruirnos, pero nuestro Dios no nos desampara y usará estas circunstancias para fortalecer nuestra fe. Es lo que me gusta de la vida de David, su firme confianza en Dios. 

DAVID HUYE DE SAÚL (Caps. 19-27). Entonces David emprendió una huida al ver que su vida corría peligro y aunque tuvo oportunidad de destruir a Saúl, no intentó mal contra él, más bien dijo a sus hombres “… Jehová me guarde de hacer tal cosa contra el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová… Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.” (1S. 24:6,12). Esa fueron sus palabras a Saúl en las dos ocasiones que tuvo de matarlo, mas no obró por sí mismo, sino que esperó a que Dios pusiera cada cosa en su lugar, en el tiempo divino. 

En este período de huida se suceden varios acontecimientos, entre ellos: 
• Toma por esposa a Abigail, la que había sido mujer de Nabal el de Carmel, y también Ahinoam de Jezreel (25:43-44). 
• Se juntaron a él hombres afligidos, endeudados, y que estaban en amargura de espíritu. Fue hecho jefe de ellos los cuales, según el texto, eran como cuatrocientos. El pastor de ovejas ahora pastoreaba corazones quebrantados, hablándoles de su Dios, el Pastor perfecto (Salmos 23).
• Lleva a su familia ante el rey de Moab para que les permitiese quedarse allí hasta que las cosas tomaran otro rumbo. 
• Vivió entre los filisteos cómo vasallo. Sin embargo, le pidió al rey Aquis, gobernador de Gat, que le permitiese morar en un lugar aparte y este le concedió morar en Siclag (Aldea situada a 19Km del norte de Beerseba). Los días que estuvo en allí fueron un año y cuatro meses. Esta ciudad luego pasó a ser posesión de los reyes de Judá (1S. 27:5-7). 
• Derrota de los amalecitas (cap. 30). 

El cuidado y la protección de Dios siempre estuvo sobre David, no fue desamparado, sino provisto de todo lo que necesitaba: compañía, alimento, refugio, hombres para luchar, etc. David escribió varios Salmos inspirado por la situación que estaba viviendo en los cuales se puede ver la confianza y dependencia que tenía de Dios, abriendo su corazón para expresarle su experiencia, “Ten misericordia de mí, oh Dios ten misericordia de mí, Porque en ti a confiado mi alma, Y en las sombras de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos.” (Sal.57). En esta etapa de su vida, David aprendió a estar cerca de Dios, aprendió la paciencia, a descansar en Sus cuidados, a no depender de nadie más, sino sólo de él, aún en medio de sus errores. 
Cuando estemos pasando por la tempestad y muchas veces se alargue, debemos tener claro que el propósito que Dios tiene con ello es capacitarnos de manera que podamos ser instrumentos útiles en sus manos. 
Finalmente, Saúl y sus hijos, entre ellos Jonatán, mueren en manos de los filisteos, y si nos fijamos, la actitud de David no es de gran alegría al saber que el que buscaba su vida había perecido, al contrario, la noticia llenó su corazón de mucha tristeza. Los que habían caído eran de los suyos, su pueblo, y su gran amigo Jonatán, a los cuales dedica una canción de lamento. 
Continuará… 

 DIANA ZAMBRANO


LA MUJER SAMARITANA 

“Respondió Jesús y le dijo:... mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Jn. 4:13-14).

En Las Escrituras no se registra el nombre de este personaje, pero de ninguna manera significa que sea menos importante que otros. Porque para Dios no importa cómo te llamas o de qué familia procedes; para él, eres de mucho valor. En este caso hablamos de una mujer, la cual vivía en Sicar, ciudad de Samaria. La provincia de Samaria se encuentra en el centro de Palestina, teniendo a Galilea en el norte y Judá en el sur. En aquellos tiempos, como en todos, existían enemistades. Un conflicto entre judíos y samaritanos, los que muchos años atrás fueran un sólo pueblo, escogido por Dios para adorarle. Sin embargo, ante la desobediencia de Salomón, tercer rey de Israel, el reino fue dividido quedando por una parte el reino del norte, conformado por diez tribus, con su sede en Samaria. Y por otro lado el del sur, conformado por dos tribus, Judá, y Benjamín, cuya sede era Jerusalén. Después de este acontecimiento, Dios no dejó de hablarles por medio de sus profetas, para que dejaran su rebelión. Tuvieron muchas oportunidades para abandonar su pecado y volverse a Dios. Pero no lo hicieron, sino que permanecieron apartados de su voluntad, por lo cual fueron entregados en manos de sus enemigos, “Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo sin apartarse de ellos, hasta que Jehová quito a Israel de delante de su rostro cómo él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.” (2Re. 17:23). Y los Asirios habitaron en Samaria “Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades.” (2Re. 17:24). Al parecer, los israelitas que quedaron en Samaria se mezclaron con los asirios, y de ésta raza mezclada vienen los samaritanos, razón por la cual son despreciados por los judíos. La historia de ésta mujer la encontramos en el evangelio de Juan capítulo 4, versos del 1 al 42. En Sicar se encontraba el pozo del patriarca Jacob (Gn.33:19), del cual las mujeres sacaban el agua. El texto nos dice que el Señor salió de Judea para ir a Galilea, “Y le era necesario pasar por Samaria.” Llegando a la ciudad de Sicar, y cansado del camino, se sienta junto al pozo de Jacob, a la hora sexta (las doce del mediodía). Mientras sus discípulos, iban a la ciudad en busca de comida. Para la samaritana era un día más, en el cual se disponía a realizar sus quehaceres, entre ellos proveer de agua. De seguro no imaginó que aquel día cambiaría su vida para siempre. Ya no volvería a su casa vacía, sino con el alma saciada y rebosante del amor de Cristo. Llevaba una vida desordenada, había tenido cinco maridos y el hombre que vivía con ella ahora, tampoco era su marido. Buscaba de forma equivocada llenar el vacío de su corazón. Cuando sólo Cristo es el único que puede satisfacer la necesidad del alma. Tenía prejuicios, había crecido con aquella enemistad entre judíos y samaritanos. Su sorpresa fue al ver que un judío se dirigiera a ella, y le pidiese de beber, algo totalmente fuera de lugar. Claro, la mujer no sabía quién era él. También estaba confundida al seguir las tradiciones, pensando que su forma de adoraba a Dios era la correcta. Aún en medio de todas estas cosas ella, esperaba al Mesías, el cuál le declararía todas las cosas. Aquel día llegó y ella con sus propios ojos lo vio, y con sus oídos lo escuchó, “Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.” (Jn. 4:25-26). Pues claro, no había otra explicación. ¿Quién más, sino él se acercaría a una mujer samaritana, quién sabía todo de ella, y le revelaría la verdad acerca de la adoración a Dios? El mismo Dios que no hace acepción de personas, cuya voluntad es que todos los hombres sean salvos y tengan vida eterna. (1Tim. 2:4). Es a quién Jesucristo estaba dando a conocer, “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18). Y si para la sociedad de aquellos tiempos ésta mujer era insignificante, para Dios no: “Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte.” (1Co. 1:27). El mundo valora a los que se enaltecen a sí mismos, mas Dios mira a los humildes que reconocen cuánto le necesitan en sus vidas; y todos los que a él acuden reciben sanidad, paz, descanso y el disfrute de su gran amor que es en Cristo Jesús. (Ro. 8:38-39). Cuando los mismos judíos, entendidos de la ley y profecías, sabiendo de donde venía el Salvador, esto es el Cristo, le rechazaron; aquella mujer con un conocimiento pobre, le recibió. Por ello es que al Señor le era necesario pasar por Samaria, allí había un alma sedienta y necesitada de la salvación. Así, podemos descansar en que Dios conoce los corazones que realmente están buscándole. Y así como aquella mujer, una vez recibido la bendición de la salvación, fue y anunció de Cristo a sus conciudadanos, los cuales también creyeron (Jn.4:42). Nosotros también como testigos suyos, allí donde Dios nos conduce debemos anunciar que sólo en Cristo hay salvación y vida eterna. Hoy, ayer, y por los siglos es el mismo Salvador, es el mismo Jesucristo, y es el mismo amor, Hoy te busca, hoy te llama. No le hagas esperar, porque el tiempo de su gracia pronto acabará.

DIANA ZAMBRANO



CORNELIO, 
EL CENTURIÓN ROMANO 

"¡De manera que también 
a los gentiles ha dado Dios 
arrepentimiento para vida!”
 Hechos 11:18 


Acerca de Cornelio, leemos en el libro de los Hechos, capítulo 10 y 11:1-18. Su oficio, centurión de la compañía llamada la italiana. Oficial romano que tenía a su cargo cien hombres, el cual era escogido por sus cualidades de resistencia, templanza y mando. Su residencia se situaba en Cesarea, llamada también Cesarea Marítima por su ubicación en la costa. Fue una de las cuatro colonias romanas para legionarios veteranos en la región de Siria-Fenicia. Se encuentra al norte de la región de Samaria, cerca de la frontera con la región Fenicia (Wikipedia). A unos 48km al sur se encontraba la ciudad de Jope. También Felipe, el evangelista, después del encuentro con el etíope en el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, explicándole las Escrituras, fue llevado luego por el Espíritu hasta Cesaréa anunciando el evangelio, lugar donde se instaló, convirtiéndose en hospedador de Pablo tiempo después (Hch. 7:26-40, 21.8). En cuanto a la conducta de Cornelio, la Escritura nos dice que era “piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo y que oraba a Dios siempre.” (10:2). Este hombre a pesar de ser representante de Roma, con lo que ello conlleva, era respetado por los judíos. La razón es que practicaba las obras de la fe judía. Personaje clave en los comienzos de la iglesia primitiva. El Señor Jesucristo antes de ascender a los cielos les dio instrucciones a sus discípulos de que esperasen la promesa del Padre la cual oyeron de él (Jn. 14:15:26): “Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch. 1:5). Cuya promesa tuvo su cumplimiento en el día de pentecostés, como lo narra Lucas, guiado por el mismo Espíritu: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” (Hch. 2:4). En el mismo capítulo podemos observar de qué forma se manifestó el Espíritu en cada uno de los discípulos reunidos en el aposento alto (Hch. 1:12-13): “Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?... ¿Cómo, pues les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? … les oímos hablar las maravillas de Dios.” (Hch.2:5-12). Señal visible y audible a judíos y prosélitos congregados en Jerusalén por motivo de la fiesta de pentecostés (Dt. 16:9-11). Todas estas referencias son importantes, ya que de la manera como se manifestó el Espíritu en el día de pentecostés, con las mismas señales, lo hizo en casa de Cornelio, sobre él y su familia quienes eran gentiles. Dios trató primeramente con Pedro a través de una visión (10:10-17), para que no se negase a acudir a casa de un gentil. Una vez en casa del centurión y al escuchar el porqué le había mandado a buscar, Pedro dijo: "En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas.” (v.34). Y los hermanos de Jope que le acompañaron fueron testigos, “Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.” (10:45). Era necesario que a los judíos, no les quedase ninguna duda de que también para los gentiles había salvación por medio de la fe en el Señor Jesucristo. Conclusión a la cual llegaron cuando Pedro da el reporte a la iglesia que se reúne en Jerusalén: “Si Dios pues les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (11:17-18). De esta forma quedaba revelado el misterio que hasta entonces estaba oculto. Así, nuestro personaje se convierte en una figura importante para nosotros los gentiles, siendo el primero, junto con los de su casa, en formar parte de la familia de la fe en Jesucristo. Gracias a nuestro Dios por su amor incomparable y su misericordia, porque él no hace diferencia entre los hombres, “Si no que se agrada del que le teme y hace justicia.” (v.35). Y estos son todos aquellos que le buscan con corazón sincero para hacer lo que él dice. Cornelio buscó a Dios de corazón pero sus obras no eran suficientes. Conociendo Dios su deseo, envió a Pedro para que le declarase lo que era necesario que hiciese. Pedro hablándole de Jesucristo le dijo: “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.”. (10:43). ¿Estás buscando a Dios? ¿Crees que con tus obras vas a ganar su favor? Sí alguien te ha anunciado la salvación por la fe en Jesucristo, escúchale, porque es Dios hablándote directamente a ti. Si le rechazas, no rechazas a la persona, sino a Dios. 

 DIANA ZAMBRANO


NOEMÍ, 
TESTIGO DE LA MISERICORDIA DE DIOS

“Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente,…el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. Y tomando Noemí el hijo lo puso en su regazo, y fue su aya.” (4:14-16). 
Esposo: Elimelec 
Hijos: Mahlón y Quelión 
Nueras: Orfa y Rut 
Nieto: Obed, abuelo del Rey David 
Su nombre significa: “placentera” o “agradable” 

Su historia se narra en el libro de Rut. Recordemos que la familia de Noemí salió de Belén para ir a Moab a causa del hambre que se estaba viviendo en aquel momento, para finalmente quedarse a vivir en tierra extranjera (1:2). Su esposo muere y esto no mueve a la familia para regresar a su tierra, por el contrario sus hijos toman dos muchachas moabitas para sí, cuyo pueblo adoraba a dioses paganos. Al cabo de un tiempo ellos también mueren, quedando la mujer sola y desamparada. Es entonces cuando decide regresar, después de escuchar que Dios había provisto de pan a su pueblo. Sus propias palabras reflejaban su estado emocional al menos en dos ocasiones. En una de ellas, hablando con sus nueras, dijo para que se quedasen en su ciudad: “Que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.” (1:13); y otra cuando llega a Belén con Rut: “Anduvieron, pues, hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? Y ella le respondía: no me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?" (1:19-21). La que era agradable estaba en amargura. Lo cierto es que era una situación muy difícil, pues quedó viuda y sin herederos. Pero “… sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien…” (Rom. 8.26). Dios es el que tiene poder sobre todas las cosas, él es el que dispone. Nos da, pero también nos quita, según su soberanía. No hay nada fuera de su conocimiento. Y Noemí lo reconoce, clara evidencia de su temor a Dios, pues se refiere a él como el todopoderoso. Noemí en principio no veía la bendición de Dios, solo su aflicción. Esto nos ha pasado a todos. Pero a medida que le conocemos, nuestra confianza en él crece y podemos descansar en sus designios, “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jer. 29:11). En historias reales como ésta, y más aún en nuestra relación personal con él, vemos su fidelidad, cumpliendo sus propósitos y haciéndonos participantes de ellos. La de Noemí fue así: 
●No regresó sola a Belén. Dios le proveyó una compañera que la cuidara. Rut fue para la anciana de apoyo y consuelo. Una amistad íntima en la que Noemí se mostró sincera ante una joven que la aceptó tal como era. Las dos se entregaron la una a la otra, porque así como Rut lo dejó todo para acompañarle, Noemí le ayudó en la búsqueda de un hogar, enseñándole las costumbres de su pueblo (3:1-5). 
●Asimiló que Dios estaba con ella y le proveería de todo lo necesario, pues "su misericordia es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen." (Salmo 103:8). 
●Ser testigo de cómo una muchacha extranjera deja todo para seguir al Dios vivo y verdadero. Lo más fácil para la joven era quedarse en su tierra, con su gente, su familia y su casa. No obstante, ella salió a una tierra que no conocía, anhelando que el Dios de Noemí también fuese su Dios, siendo así desde el mismo instante en que lo deseo. 
●También aprendió que, a pesar de que no había varón para proveer del sustento, Dios prepararía el camino para que lo hiciera. 
●Y de no tener esperanza en cuanto a un pariente, vio como el Señor Todopoderoso le concedió uno que restauraría su alma afligida y sustentaría su vejez (3:13-17). 
¡Cómo no alabar a nuestro Dios! Esto fue lo que hicieron aquellas vecinas de Noemí ante su obrar maravilloso “Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado hoy en Israel…” (v.14). Es importante tener en cuenta que Noemí salió de Moab y regresó a Belén, es decir, dejó de estar fuera de la voluntad de Dios para sujetarse a él, pues, fácilmente podía haberse quedado en el lugar donde llevaba muchos años viviendo, acompañada por sus nueras; o aún en su tristeza, no sentirse con fuerzas para regresar a Belén. Pero ella se levantó para volver a su pueblo y restaurar su comunión con el Señor. Lo cual me habla de la lucha que como hijos de Dios debemos batallar cada día, con su ayuda. No conformándonos a los deseos de este mundo, ni a los de nuestra carne, ni mucho menos a las tentaciones de Satanás, pues, como escribió el apóstol Pablo: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.” (Rom.12:11), “Nos os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom. 12:2). 

DIANA ZAMBRANO


RUT “COMPAÑERA FIEL” 

“No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo y dondequiera que vivieres, viviré. Tú pueblo será mi pueblo, y mi Dios tu Dios.” Rut 1:16 

La historia de nuestro personaje se desarrolla en el tiempo de los jueces, cuyo libro se titula con éste nombre. Al leerlo, vemos que eran tiempos de oscuridad para Israel, ya que constantemente el pueblo se apartaba del Dios vivo y verdadero para seguir a dioses falsos. Había hambre en la tierra (posiblemente por la desobediencia del pueblo, Dios determinó este juicio sobre ellos), “…Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.” (1:1b). El varón se llamaba Elimelec, Noemí su esposa, Mahlón y Quelión sus hijos. Moab se encuentra a 80 km de Belén, en la margen oriental del Mar Muerto. Nación enemiga de Israel. El origen de Moab resulta del incesto entre Lot y su hija mayor (leer Génesis 19:31-38), “Y dio a luz la mayor un hijo y llamo su nombre Moab, el cual es padre de los moabitas hasta hoy” (v.37). El marido de Noemí muere, quedando la mujer sola con sus dos hijos. Sus hijos tomaron mujeres moabitas, Mahlón tomó a Rut y Quelión a Orfa. Permanecieron en Moab unos diez años, y luego también murieron ellos, quedando las tres mujeres viudas. En esta ocasión nos centraremos en Rut, pero continuaremos con Noemí, Dios mediante en la próxima meditación. La historia de Rut se registra en el libro que lleva su nombre, que según el orden de las sagradas Escrituras se encuentra en el Antiguo Testamento después del libro de los Jueces. Y también Mateo la menciona en la genealogía del Señor Jesucristo (1:5). En la Biblia no encontramos a otra persona que lleve su nombre, es única. Ella representa a los gentiles que se volvieron al Dios vivo, “Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,…” (1Tes. 1:9). Su nombre significa “Amistad” o “compañera fiel”, lo que la caracteriza según le vamos conociendo. No sabemos nada acerca de sus padres y su infancia, pero sí que pertenecía a Moab; y acerca de este pueblo, el Profeta Jeremías lo describe de la siguiente manera: “Hemos oído la soberbia de Moab, que es muy soberbio, arrogante, orgulloso, altivo y altanero de corazón.” (48:29). Aunque la familia de Noemí estaba fuera de la voluntad de Dios, ellos fueron judíos piadosos y dieron buen testimonio a Rut. Tres conceptos muy importantes en la vida de Rut, para nuestra enseñanza. Y la recompensa que ella recibió. Determinación (1:6-18). Noemí, su suegra, decidió volver a Belén, porque escuchó que Dios había visitado a su pueblo proveyéndoles de alimento. Una vez que emprendió camino junto con sus nueras, se para por un momento para aconsejarles que se devuelvan, porque ningún beneficio tenían en seguirla, pero en Moab estaba su familia, sus conocidos, su casa y sus dioses. Las dos muchachas lloraron y respondieron que la seguirían. Noemí insiste, y vemos a Orfa darle un beso y volverse a su tierra, pero Rut se queda. En un tercer intento de Noemí, Rut responde: "no me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a donde quiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.” (vv.16-18). Tal fue su resolución que Noemí no dijo más. Humildad (capítulo 2). Llegaron las dos mujeres a Belén, al comienzo de la cebada, “Y Rut la moabita dijo a Noemí: te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: ve hija mía.” (v.2). El Dios soberano había dado mandamiento acerca de los extranjeros, las viudas y los huérfanos para que fuesen provistos, y Rut se beneficio de esta ley (Leer Lv.19:9-10; Dt24:19). Salió a buscar el sustento para su suegra y ella, y lo que para alguno hubiese sido una ofensa recoger las sobras, para Rut no lo fue, ella estaba muy contenta de poder ayudar a Noemí. El campo al cual ella se había dirigido, pertenecía a un pariente del esposo de Noemí llamado Booz, quién al ver a la muchacha preguntó: “¿De quién es esta joven?” (v.5). Luego que sus siervos le respondieran contándole acerca de ella y de cómo no había parado de trabajar, él se dirige a Rut, ofreciéndole protección, cuidado y provisión. Al recibir mucho más de lo que esperaba, su reacción fue: “bajando su rostro se inclinó atierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?” (v.10). Sabía cuál era su condición, no se consideraba digna siquiera de ser como una de las criadas de Booz, “… Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.” (Stg. 3:6b). Obediencia. (capítulo 3). Noemí, deseando el bien para su nuera, busca su seguridad, y considerando la actitud de Booz, declara a Rut lo que debe hacer para casarse con él, pues conforme a la ley de Dios, requería la iniciativa de la viuda en la búsqueda del matrimonio, el requisito era que fuera pariente (Dt. 25:5, 7-10). Era un derecho, pero parece ser que no una obligación, de hecho había un pariente más cercano que Booz el cuál no quiso redimir, cediendo así el derecho en este caso a Booz, que era el siguiente más cercano (3:12,13). Así, cada paso que su suegra le dijo que siguiera Rut, lo hizo. Estaba en un pueblo que no conocía, ni sus leyes ni sus costumbres, y ella había decidido ser parte de este pueblo con todo lo que ello conlleva. Así vemos su sujeción en todo momento, “Y ella respondió: Haré todo lo que tú me mandes.” (v.5). (Ver también en 2:22,23; Ef.6:1; Col.3:20). Recompensa. Lo que Rut decidió trajo consecuencias positivas a su vida. Decidió acompañar y sustentar a su suegra, siendo de gran bendición en medio de su aflicción. Esta acción hizo que hallara gracia ante los ojos de Booz y del pueblo. Pero esto sólo fue el principio, y es que nuestro Dios, que es fiel, nos concede en abundancia. Las palabras de Booz se convirtieron en una realidad para Rut: “He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.” (2:11,12). El Señor Jesucristo dijo: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. (Mt.19:29). Somos nosotros los que le necesitamos a él, es decir no tenemos derecho de recibir nada, pero aún así él nos da sus fieles promesa. ¡Cómo no rendirse delante él! Dijo el salmista: “Cuan preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos” (Sal.139:17). “Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo” (4:13). Y este niño sería, unos años después, el abuelo del rey David, de cuyo linaje vendría el Mesías. Todo un honor para Rut quién era extranjera y viuda, es decir sin ninguna posibilidad ante los ojos humanos de ser valorada por Dios. Sin embargo lo fue, de tal manera que formó parte del linaje real del Señor Jesucristo. Y es que Dios mira lo que hay en el corazón. Mientras el pueblo estaba sumido en la idolatría y la confusión, habían algunos que eran fieles al Señor, sobre los cuales Dios no quita su mirada. Aprendemos también que el Señor está obrando, llevando a cabo sus planes aún en los tiempos de gran oscuridad. 

 DIANA ZAMBRANO

MARDOQUEO,
SEGUNDO DESPUÉS DEL REY

Mardoqueo es un personaje clave tanto en la vida de Ester, su hija adoptiva, como para su pueblo Israel. Un hombre de convicciones claras, justo, piadoso. Un líder espiritual, pero también un hombre de carne y hueso como nosotros. 
Original de la descendencia de Benjamín, al igual que Ester. Los dos son usados por Dios para librar a su pueblo del exterminio (aproximadamente año 479 a.C). Aunque vivieron los mismos acontecimientos juntos, también Dios trató con ellos individualmente, probando la fe de ellos. (1P. 1:6,7). Así que vamos a ver las situaciones que éste varón judío experimentó: No se nos dice exactamente cuál era su oficio ni a lo que se dedicaba, sin embargo hay por lo menos tres referencias con respecto a que estaba sentado a la puerta del rey, lugar donde se trataban asuntos comerciales y jurídicos (2:19,21. 3:2). DEJÓ UN BUEN LEGADO Sin duda enseñó a Ester el temor a Dios, declarándole todos los hechos maravillosos y portentosos que su pueblo había experimentado de la mano de Jehová de los ejércitos. Además, la educó sabiamente, como ya hemos visto, siendo su conducta ejemplar, lo que hizo que hallara gracia cuando fue llevada a la casa de las mujeres dentro del palacio del rey. FUE VALIENTE (2:21-23) Denunció el complot de dos eunucos en contra de la vida del rey. Asuero, como todo rey, tenía enemigos que querían tomar posesión del reino o que no estaban de acuerdo con su forma de gobernar, por ello ansiaban su destrucción. Mardoqueo no dudó en denunciar aquella trama a pesar de que esto podría traer problemas a su persona. Tenía claro que no debía temer a los hombres sino a Dios, quién “Escudriña la mente y prueba el corazón para dar a cada uno según su camino según el fruto de sus obras” (Jer. 17:7). Éste suceso quedó registrado en libro de las crónicas del rey Asuero. CON CONVICCIONES FIRMES (3:1-5) Se sujetaba a la autoridad, en este caso al rey del imperio, y lo respetaba. Aún así, no obedeció el mandato con respecto a Amán, quien quería que se le honrase como a un dios. Mardoqueo lo tenía claro, no se inclinó ni se humilló ante Amán, conforme al mandamiento de Dios (Dt. 6:13-14). Recordáis a los amigos de Daniel, sucede casi igual, ellos no adoraron la estatua que levantó Nabucodonosor, obedeciendo a Dios antes que a los hombres (Dn. 3). DESCONSOLADO (4:1-2) El malvado Amán determinó acabar con la vida de Mardoqueo en el momento que éste no se humilló delante de él, pero no quedando del todo satisfecho, pensó en terminar con todo el pueblo Judío (3:6-15). Cuando supo Mardoqueo el decreto en contra de los judíos “Rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor.” Esto era señal de la tristeza que invadió su alma, y no era para menos, la vida de sus hermanos y la suya estaban en manos de Amán. Quizá pensó que Dios se había olvidado de ellos y por lo tanto ya no tenía esperanza. Pero esto no era así, como lo veremos en la siguiente sección. CONSOLADO Y RECOMPENSADO (6:1-11) Una noche se le fue el sueño al rey y mandó que se le leyese el libro de las crónicas de los reyes persas. Justo la lectura fue acerca de la denuncia que Mardoqueo hizo para salvar la vida del rey. Esa misma noche estaba Amán esperando en el patio para hablar con Asuero y pedirle que Mardoqueo fuese colgado en una horca que Amán había mandado construir en el patio de su casa. Cuando el rey manda entrar a Amán, le dice: “¿Que se hará al hombre cuya honra desea al rey?” Amán, pesando en su interior que era él a quién el rey quería honrar, le sugirió que aquel hombre sea vestido con las ropas reales y la corona real puesta en su cabeza; y que el príncipe más noble del rey se encargara de ello, además de llevarle montado en el caballo del rey pregonando por toda la plaza del pueblo “Así se hará al varón cuya honra desea el rey”. La gran sorpresa para Amán fue cuando el rey le mandó que hiciera todas estas cosas al judío Mardoqueo. ¡Qué maravilloso es nuestro Dios, tiene el control de la situación! Por eso es que podemos estar confiados en él, porque lo que nosotros no alcanzamos a ver, él sí. Y no olvida, respondiendo a la fidelidad de sus siervos, “Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.” (Sal. 103:6). Mardoqueo fue honrado y Amán abatido, “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra.” (Pr.29:23). ENGRANDECIDO (10:2-3) No es la primera vez que encontramos a siervos de Dios recibiendo honra por parte de hombres poderosos sobre la tierra. Tenemos el caso de José: “Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.” (Gn.40-46). Daniel, que fue honrado por dos reyes, primero Nabucodonosor: “Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.” (Dn. 2: 48). Luego por el rey Darío: “Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino.” (Dn. 6:2,26). Y por supuesto Mardoqueo, su grandeza quedó registrada en el libro de las crónicas de los reyes de persa y media, “Porque Mardoqueo el judío fue segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje”. Dios puede llevar a un siervo suyo hasta lo más alto para cumplir sus planes. Por nuestra parte está permanecer cerca suyo, atentos a su voz y dispuestos a obedecer confiando en él. “Obedecer y confiar en Jesús, es la senda marcada para andar en la luz"

DIANA ZAMBRANO


ESTER, REINA DE PERSIA

Su nombre hebreo era Hadasa, que significa “Mirto”, arbusto de gran follaje, verdor y aromático. Mientras que el nombre Ester, de origen asirio-babilónico, significa “estrella”. Ésta jovencita vivía con su primo Mardoqueo en Susa, capital del imperio persa, cuyo rey en ese momento era Jerjes, llamado también Asuero. Su reino abarcaba sobre ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía. Circunstancias de Ester. Descendiente de la tribu de Benjamín, quedó huérfana y fue adoptada por su primo Mardoqueo. Una joven de hermosa figura y de buen parecer (Est. 2:5,7). Circunstancias a su alrededor. Tras la desobediencia de la reina Vasti, el rey Asuero decretó que no viniese más a su presencia, y la desechó. Los siervos del rey propusieron que se buscaran jóvenes vírgenes de buen parecer en todas las provincias del reino y fueran llevadas a Susa, residencia real, a la casa de las mujeres, bajo el cuidado de Hegai, eunuco del rey, “Y la doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey y lo hizo así.” (Est. 2:1-4). Así que, la hermosa joven, fue llevada al igual que las otras de distintas nacionalidades, a la casa del rey. El imperio persa se caracterizó por su política de tolerancia hacía las distintas culturas y religiones, por ello en su imperio habitaban hombres y mujeres de distintas costumbres. Teniendo en cuenta éste punto, los enemigos del pueblo de Israel también habitaban a su alrededor, y quizá por esta razón Mardoqueo ordenó a Ester que no declarara su origen (2:10). El cuidado de Dios. Una vez que llega a la casa de las mujeres dentro de palacio, fue agradable ante los ojos del eunuco Hegai, responsable de aquellas muchachas, por lo que de inmediato mandó que se le diese vestido y alimentos, además de siete doncellas especiales, y el mejor aposento en la casa de las mujeres. Había todo un protocolo en preparar a aquellas jóvenes para presentarlas ante el rey y posteriormente fuera elegida reina. Podemos leer los detalles en el capítulo 2, versos del 12 al 14. Hay situaciones en las que sólo la confianza en aquel que todo lo sabe, nos ayuda a mantenernos firmes, aunque no entendamos lo que está sucediendo. Allí se encontraba Ester, sin saber qué iba a ser de su vida. Cuántas cosas habrán pasado por su mente. Sin embargo, se mantuvo quieta y se sometió a la voluntad del Todopoderoso. “Cuando le llegó a Ester,… el tiempo de venir al rey… fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real. Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló gracia y benevolencia delante de él, más que todas la vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti.” (2:15-28). Y Así fue cómo, de entre todas aquellas doncellas, Ester fue la escogida. Sin duda, una historia de amor hermosa. Dios había preparado un esposo para Ester y de la mano la llevó hasta él. ¡Sus planes son perfectos! Alguien ha dicho que Dios usó un "concurso de belleza" para salvar a su pueblo de sus enemigos. El enemigo de los hijos de Dios no descansa, siempre está al acecho para intentar destruir sus perfectos planes. En ésta historia, esa figura es Amán, hijo de Hamedata agagueo. Al parecer relacionado con los amalecitas, enemigos del pueblo de Dios (1Sam. 15:8,33; Éx. 17:8), al cual el rey Asuero engrandeció concediéndole un lugar destacado sobre sus príncipes. Pero Amán odiaba a los judíos y buscó la manera de destruirlos: “Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia dejarlos vivir.” (3:8). Amán no declaró al rey el pueblo que quería aniquilar. Asuero, ignorándolo, entregó su anillo a Amán dándole autoridad para redactar tal decreto y sellarlo, “Y fueron enviadas cartas por medio de correos a todas las provincias del rey, con la orden de destruir, matar y exterminar a todos los Judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día en el trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y de apoderarse de sus bienes.” (3:13). En peligro de muerte, tanto la vida de Ester, como la de todos sus hermanos Judíos. En todas las provincias había gran luto por el decreto que se había determinado. Qué difícil cuando pasamos por la aflicción. Ester era la única que podía interceder por su pueblo, pero había una ley, nadie estaba autorizado para presentarse delante del rey sin ser llamado, ni siquiera la reina, y Ester llevaba un mes sin ver al rey (4:11). Aunque tuvo temor de ir a la presencia de Asuero sin ser llamada, Dios utilizó a su primo Mardoqueo para animarle. Sus palabras fueron: “Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (4:14). Entonces Ester hizo lo que todo hijo de Dios debe hacer en estas circunstancias, depender absolutamente de la soberanía de Dios. Su petición a Mardoqueo fue que reuniera a todos los judíos de Susa para que oraran y ayunaran durante tres días por ella, e igualmente lo haría ella con sus doncellas. Y es que uno de los privilegios que disfrutamos los hijos de Dios es la oración, un arma poderosa contra el enemigo, “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Ef. 6:18). Fortalecida. Al tercer día Ester se puso su vestido real y fue a ver al rey, “Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano.” (5:2). Tras la oración, ella fue fortalecida y confió. Dios respondió haciendo que obtuviera gracia delante del rey, pues, mereciendo la muerte, recibió perdón. Sumisa. Ester en todo momento se mostró sumisa y no se dejó llevar por la avaricia, ya que ante la tentación de pedir la mitad del reino para ella, no lo hizo. En Todas las ocasiones en que se dirige al rey lo hace con absoluta reverencia. También supo esperar el tiempo de Dios para referir al rey la trama de Amán, y pedir por su vida y la del pueblo, lo cual expuso en el segundo banquete que preparó para el rey y Amán. Salvación. Recibió autoridad de Asuero para que, junto a su primo Mardoqueo, hallara una solución ante el edicto del rey que no podía ser revocado. Entonces se decretó que los judíos de todas las provincias, se preparasen para defenderse de sus enemigos, y hubo alegría y gozo por esto (Cap. 8). Cuando llegó el día trece, del mes de Adar (entre febrero y marzo), día en que se cumpliría el edicto que planeó Amán contra los judíos, sucedió lo contrario, fue el pueblo judío el que se enseñoreó de sus enemigos, “Y nadie los pudo resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos.” (9:1-2). Ante esta gran salvación, Ester y Mardoqueo establecieron la fiesta de Purim, el día 13 y 14 del mes de Adar, “Como día en que los judíos tuvieron paz de sus enemigos, y como el mes que de tristeza se les cambió en alegría, y de luto en día bueno…” (9:22). “Y el mandamiento de Ester confirmó estas celebraciones acerca de Purim.” (9:32). Es impresionante lo que Dios puede hacer en la vida de aquellos que ponen su confianza y se sujetan a él. Ester es un claro ejemplo, como otros muchos, de que Dios no hace acepción de personas en cuanto a siervos útiles en su obra. Él usa tanto a mujeres como a hombres, con sus diferencias y con orden, para llevar a cabo sus planes. 

DIANA ZAMBRANO


DANIEL,  UN CORAZÓN DISPUESTO 

“Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.” (10:12). Aproximadamente en el año 605 a.C. siendo Joacim rey de Judá, Nabucodonosor rey de Babilonia invadió la ciudad llevando cautivos a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, artesanos y herreros, dejando sólo a los pobres del pueblo (2R 24:14). Es en éste periodo de la historia que encontramos a Daniel, el cual vivió el comienzo y el final del cautiverio, año 538 a.C. Escritor inspirado por el Espíritu Santo de Dios del libro que lleva su nombre, no sabemos quiénes fueron sus padres, pero sí que era descendiente de los reyes de Judá. El libro contiene la experiencia de Daniel en una nación pagana, su posición en la corte real, como también las revelaciones futuras que Dios le dio acerca de los reinos gentiles que se iban a suceder (Babilonia, Persia, Grecia y Roma, cap. 2 y 7). Daniel vivió hasta el tercer año de Ciro rey de Persia, por tanto lo que para él era futuro con respecto a éstas naciones, para nosotros es pasado, pues llegaron a su cumplimiento. Asimismo encontramos la profecía de la setenta semana de años (9:20-27), las actividades del anticristo (11:36-45), e historias muy conocidas como por ejemplo: los amigos de Daniel en el horno de fuego (cap. 3), Daniel en el foso de los leones (cap. 6), la escritura en la pared (cap.5) entre otras. Daniel, al igual que sus compañeros y contemporáneos Ananías, Misael y Azarías, eran muchachos sin ninguna tacha, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, al llegar a Babilonia recibieron nombres babilonios, “A éstos el jefe de los eunucos les puso nombres: puso a Daniel Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.” (Dn. 1:7). Enseguida recibieron un entrenamiento que duró tres años en el cual aprenderían temas relacionados con esa nación. Cuando se presentaron delante de Nabucodonosor éste los halló diez veces mejores que todos los sabios de su reino. Las funciones de Daniel fueron: intérprete de sueños (Cap. 2 y 4), jefe de estado (2:48,49) y profeta de Dios. Un joven con convicciones claras: desde el primer momento propuso en su corazón no contaminarse con la comida del rey, pues ésta consistía en carne no sacrificada según lo establecido por Dios (Ex. 34:15) y ofrecida junto con el vino a un dios pagano. A lo cual Dios respondió poniendo a Daniel en gracia para con el jefe de los eunucos y no se le obligase a alimentarse de la comida del rey. Dios le concedió dones (1:17). Se mantuvo separado de aquellos que practicaban la magia, pues siempre que estos sabios de Babilonia fueron llamados por el rey, Daniel no aparece entre ellos (2:14-15, 4:7-8). Un hombre de oración: ante el decreto por parte de Nabucodonosor de que todos los sabios de babilonia fueran destruidos, Daniel buscó a sus amigos “para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.” (2:18) y Dios respondió revelándole el sueño y la interpretación del mismo (2:19-23). La oración era parte de su vida “se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba las gracias a su Dios, como lo solía hacer antes.” (6:10), intercedió por su pueblo identificándose con ellos (9:3-19). Un hombre que dio la gloria a Dios: “Porque suyos son el poder y la sabiduría” (2:20-23), y a Nabucodonosor declaró que ningún hombre podía revelar el sueño, sino, sólo el Dios que estableció en los cielos su trono (2:28), “El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero y fiel su interpretación.” (2:45b). Daniel dio testimonio del poder de Dios, y tanto Nabucodonosor como Darío reconocieron la soberanía y poder de Dios (4:34, 6:26). Empezó bien su servicio al Señor, pues propuso en su corazón no contaminarse con nada fuera de su fe. Continuó bien, ya que no se mezcló con prácticas que deshonraban el nombre de Dios. Concluyó bien, a pesar de los cambios, de las pruebas y de la oposición, se mantuvo confiado. Al final, las palabras para Daniel de parte de Dios fueron “Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días” (12:13). Su vida en la tierra terminaría, pero recibió la promesa que resucitaría y recibiría su heredad en el reino milenial de nuestro Señor Jesucristo. Lo que Dios nos enseña a través de la vida de Daniel es que ante circunstancias contrarias podemos honrarle y mantenernos puros en medio de la maldad y la perversión que hay en el mundo, él responde el deseo de un corazón sencillo que quiere servirle. Significado de los nombres de Daniel y sus amigos: Judíos Babilonios Daniel: “Dios es mi juez”. Beltsasar: “que Bel proteja su vida” Ananías: “Jehová es misericordioso”. Sadrac: “El mandamiento de Aku” (dios de la luna) Misael: “¿Quién es lo que Dios es?”. Mesac: “¿Quién es lo que Aku es?” (Posiblemente) Azarías: “A quién Jehová ayuda” Abed-nego: “siervo de Nebo” (Posiblemente).

DIANA ZAMBRANO 


ABIGAIL, 
 UNA MUJER 
DE BUEN ENTENDIMIENTO

En el Capítulo 25 de 1 de Samuel se nos dice que tras la muerte de Samuel, quién fue profeta y el último juez en Israel, David decide irse al desierto de Parán (también llamado Maón) situado al sur de Judá. Muy cerca de allí vivía una pareja: Nabal y Abigail. Veamos algunas características de ésta pareja: Nabal, su nombre mismo lo define, significa insensato o necio, además dice en la palabra de Dios que él era hombre duro y de malas obras, y también era muy rico, tenía una hacienda en Carmel (éste Carmel no es el monte Carmelo situado en el norte, sino un pueblo cerca de Maón, al sur de Judá). Por otro lado tenemos a Abigail, su esposa: su nombre significa fuente de gozo. La Biblia dice de ella que era de buen entendimiento y de hermosa apariencia (1 Samuel 25:3). Ante estos dos contrastes me preguntaba ¿Cómo es posible que Abigail se casara con este hombre? Bueno, la Biblia no nos dice cómo llegaron a contraer matrimonio; sin embargo, Dios ha querido revelarnos lo que sucedió después, y que es muy interesante. Vamos a entrar en situación, para ello debemos leer el capítulo 25 de 1 Samuel, yo lo he resumido así: Cuando David descendió al desierto de Parán, se conoce que estaban cerca los siervos de Nabal pastoreando las ovejas. Entonces David y sus hombres les cuidaron de ladrones y fieras salvajes por varios días, recordemos que David tenía experiencia, pues él mismo había sido pastor. Después aconteció que Nabal esquilaba sus ovejas en Carmel y David se entera de ello, por lo cual envía mensajeros a Nabal diciéndole “He sabido que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel pregunta a tus criados ellos te los dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.” (v. 7,8). La respuesta de Nabal fue una ofensa para David, pues además de negarse a proveerle del alimento, le menospreció (v.10b). David entonces juntó a cuatrocientos hombres para destruir la casa de Nabal. Abigail no sabía nada del asunto y un siervo le dio aviso de lo que estaba sucediendo. Después de darle detalles, que David y sus hombres ciertamente les habían protegido, proveyéndoles de todo lo necesario, dijo el siervo; “Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa, pues él es un hombre tan perverso, que no hay quién pueda hablarle.” (v.17). La destrucción estaba determinada para la casa de Nabal, mientras él estaba disfrutando de un gran banquete. Aquel siervo conocía a Abigail, una mujer de buen entendimiento, y acudió a ella para hallar alguna solución. Realmente me he quedado maravillada de la actitud de ésta mujer, sus acciones y palabras son un referente para mi vida y me he dado cuenta de lo poco que he hecho en comparación con ella. La actitud malvada de Nabal trajo consecuencias graves y Abigail es quién va a enfrentarlas. Consideremos los pasos que ésta sabia mujer dio: 1. Abigail prepara alimentos para sustentar a David y sus hombres. Dios no desampara, sabe la necesidad de cada uno de sus hijos y provee, el mismo David ya con muchos años dijo: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.” (Sal. 37:25). 2. Ella fue prudente, no declarando nada a su marido, le conocía muy bien, Nabal no iba a ceder y más bien la situación hubiese empeorado. Además, no había tiempo que perder, la destrucción sobre su casa estaba cerca, “Y montando en un asno descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro.” (v.20). Es interesante que ella no fue junto con los siervos, sino que baja por una parte que sólo ella conocía, esto me hace pensar en un lugar especial al cual acudes con frecuencia para abrir tu corazón, donde llegas vacía y sales llena, donde llegas sin fuerzas y sales fortalecida, donde disfrutas de la intimidad con el Padre celestial llenándote de Su presencia para llevar a cabo su voluntad. 3. Se humilló, “…Y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra; y se echó a sus pies, ella sabía quién era David el escogido de Dios para reinar en Israel y esta acción fue la forma de reconocerlo. “Al corazón contrito y humillado no despreciaras tu oh Dios” Abigail halló gracia ante David. 4. Palabras sabías que salen de un corazón lleno de la palabra de Dios. Gracias a Dios por aquellas mujeres que tienen la palabra necesaria en el momento oportuno. David quedó impresionado con la declaración de Abigail y es en ésta declaración donde podemos ver el conocimiento que Abigail había adquirido de Dios. Dios da gracia al humilde, la venganza es mía yo pagaré dice el Señor, es decir: Él hace justicia, Dios es fiel y cumple su Palabra. Ella estaba absolutamente segura que todo lo que Dios había hablado sobre David se iba a cumplir, además que Dios no desampara a sus hijos, para siempre serán guardados, no importa quién o qué sea nuestro enemigo, porque mayor es nuestro Dios que está con nosotros. Cómo resultado, Dios fue glorificado (v.32), David no se vengó por su propia mano, lo cual habría sido ir en contra de la voluntad de Dios para su vida (v.33). Abigail fue liberada de su esposo, un hombre perverso que no la valoraba, ni tenía en cuenta su sabía conducta, pues de haberlo hecho habría dispuesto su corazón para aprender de Dios, pero él eligió vivir apartado, sin creer. Cuando Abigail habló con Nabal refiriéndole todo lo que había sucedido con respecto a David, el corazón de Nabal desmayó y quedó como una piedra y diez días después Dios le hirió y murió. Sin embargo, Abigail dispuso su corazón para hacer la voluntad de Dios, esperando que a que él obrase. ¿Cuántas veces habrá sido tentada a ir en contra de lo que Dios quería para su vida? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que ella esperó y finalmente lo que el Señor tenía preparado se cumplió. Ella fue grandemente bendecida al ser tomada por David, quién era conforme al corazón de Dios, para ser su esposa. La mujer se sentía indigna de tal proposición y su respuesta fue: “…He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.” Un corazón sencillo y humilde. Tuvieron un hijo llamado Quielab (2Sam.3:3). Es interesante que no se dice cuándo murió Abigail, pienso personalmente que al no mencionarlo se marca una gran diferencia entre ella y su primer marido, Nabal, separado por toda la eternidad de Dios, mientras que ella viviendo en Su presencia para siempre.

DIANA ZAMBRANO


JOSÉ, GOBERNADOR DE EGIPTO 

José significa “Que el Señor añada” o “Él ha quitado”, se puede interpretar de las dos formas. 
La historia de éste personaje es conmovedora y aleccionadora para nuestras vidas, ante la traición, el desprecio y las acusaciones falsas, aprendió a confiar y a someterse a la voluntad de Dios (Leer del capítulo 37al 50). Para conocer el trasfondo de la familia de José es necesario leer los capítulos 29 al 35 de Génesis: “... Los hijos de Israel fueron doce: Los hijos de Lea: Rubén el primogénito de Jacob; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. Los hijos de Raquel: José y Benjamín. Los hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí. Y los hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob que le nacieron en Padan-aram. José fue el número once de los hijos de Jacob, y a este último Dios le cambió el nombre por Israel (Gn. 32:28). El favorito A sus diecisiete años apacentaba las ovejas con sus hermanos en Canaán, donde la familia se estableció después que salieran de Padan-aram donde vivía Labán, su abuelo por parte de madre. José era el favorito de su padre porque le nació en la vejez y además porque era hijo de Raquel, la esposa amada. Ésta situación provocó celos en sus hermanos y tuvieron envidia de él, incluso le odiaban, ya que ni siquiera le podían hablar amablemente. José es traicionado y vendido por sus hermanos La ira se había establecido en los corazones de sus hermanos, y en consecuencia actuaron. Obediente al mandato de su padre, José fue a ver cómo estaban sus hermanos, los cuales estaban en Dotan apacentando el rebaño. Cuando ellos vieron de lejos a José, conspiraron contra él para matarle. Rubén el hermano mayor intercedió para que no lo hicieran y propuso echarlo en una cisterna que estaba vacía con la intención de hacerle volver a su padre. Cuando el Joven llegó a ellos, le despojaron de su túnica, la que le había regalado su padre, y le echaron en la cisterna, pero no quedó allí la cosa, sino que cegados por la ira le vendieron por veinte piezas de plata, a unos comerciantes Ismaelitas que pasaban por allí con dirección a Egipto. El Joven, angustiado, suplicó para que no le vendieran pero ellos no escucharon su voz (Gn. 42:21). Imagino a José impotente, triste ante la situación, sin poder hacer nada para librarse de la mano de sus hermanos, pero Dios estaba al control de todo, Él tenía un propósito para José quién lo entendería años más tarde. José en Egipto Llevado como esclavo a Egipto, fue vendido a Potifar oficial de Faraón y sirvió en su casa. José demostró ser responsable, trabajador y humilde; Dios estaba con él, pues todo lo que hacía era prosperado. Esto para Potifar fue notorio y dejó en manos de José todos sus negocios, de lo único que se ocupaba Potifar era del pan que comía. Todo parecía ir bien hasta que la mujer de su amo puso sus ojos en José, quién era de muy buen parecer. ¿Cuál fue la respuesta por parte de José ante tal proposición? Un rotundo no (Pro. 6:20-25). Se mantuvo firme en su integridad. Aunque fue traicionado por sus hermanos, él no haría lo mismo, se mantendría fiel a su amo. Sin embargo, la mujer no desistió, pues lo acosaba constantemente. Sin planearlo José casi siempre se encontraba en la escena menos indicada, primero fue en el desierto, sólo ante sus hermanos, cumpliendo con el mandato de su padre, y ahora cumpliendo con su responsabilidad en casa de su amo, justamente no había nadie allí, “Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió" (Gn. 39:12); una actitud valiente por parte de José. Podemos ser tentados de muchas maneras, en diferentes situaciones, por ejemplo en nuestro trabajo cuando nuestro jefe, a quién debemos someternos, nos pide hacer algo que va en contra de los principios de nuestro Dios. José había adquirido sabiduría como dice el Proverbio “Cuando la sabiduría entrare en tu corazón y la ciencia fuere grata a tu alma… Te preservará la inteligencia para librarte del mal camino de los hombres que hablan perversidades…” (Pro. 3:10-12). El principio de la sabiduría es el temor a Dios (Pr.1:7a). El apóstol Pedro escribió: “… Conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación” (1P. 1:17) La mujer mintió a Potifar diciéndole: “…El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme… Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey…” (Gn. 39:17-20). ¿Cómo es posible? ¡He actuado correctamente y resulta que recibo mal por ello! Muchas veces nos hacemos esta pregunta pero lo que Dios permite en nuestras vidas es para nuestro bien, aunque ese momento no lo entendamos, nuestra confianza debe estar puesta en él y no en las circunstancias, Dios honra a los que le honran. Fue echado en la cárcel injustamente, “Pero Dios estaba con José y le extendió su misericordia y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel” (Gn. 39:21). Ahora José veía como Dios estaba a su lado, “Porque Dios ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados…” (Sal. 37:28). En mano de José fue entregado el cargo de todo lo que se hacía en la cárcel, en este lugar conocería a unos de los siervos de Faraón, al copero del rey. José le dio la interpretación del sueño que tuvo y le dijo: “Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien. Y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón y me saques de esta casa” (Gn. 40:14). La interpretación del sueño se cumplió y el copero fue restituido a su puesto en casa de Faraón, pero olvidó de José. Gobernador de Egipto Dos años después de esto, Faraón tuvo un sueño: “Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quién los pudiese interpretar a Faraón.” (Gn. 41:8); entonces el copero se acordó de José y fue traído a Faraón, así que José se afeito y mudo sus vestidos y estando delante de Faraón no se dio gloria a sí mismo sino a Dios. (Gn. 15:16.) Dios reveló a Faraón por medio de José, los siete años de hambruna que iba a haber en la tierra, después de los siete años de abundancia. José aconseja a Faraón “Por tanto provéase ahora faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.” (Gn.41:33). Para faraón este hombre estaba justo delante de sus ojos, "¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quién esté el Espíritu de Dios?". Y puso su anillo en la mano de José dándole así autoridad para cualquier trámite que se llevara a cabo en Egipto. Después de haber sido vendido como esclavo y acusado falsamente, ahora disfrutaba del privilegio de ser gobernador en Egipto, en el trono sólo Faraón era mayor que José y esto era posible sólo por Dios. A través de las experiencias que José vivió fue capacitado para atender los asuntos de Egipto, pero lo más importante es que Dios estaba con él. Puede que tengas una carrera prometedora y alcanzar un puesto muy importante en el ámbito donde te mueves, sin embargo nada tiene sentido si Dios no está en tu vida. José recibió el nombre egipcio de Zafnat- panea y le dieron por mujer a Asenat hija de Potifera, sacerdote de On. Tuvo dos hijos Manases y Efraín. Perdonó a sus hermanos ¿Y qué pasó con la familia de José? Comenzó la hambruna en toda la tierra y los hijos de Jacob en vez de buscar provisión para su familia estaban mirándose el uno al otro. Jacob les envía a Egipto, pues se enteró que allí había alimentos. En el capítulo cuarenta y dos se cumple el sueño que José contó a sus hermanos cuando estuvo con ellos: “… Y llegaron los hermanos de José y se inclinaron rostro a tierra." (Gn. 37: 7-8). ¿Se vengaría José de sus hermanos por todo el mal que le causaron? José no guardó rencor en su corazón hacía sus hermanos y los perdonó: “Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.” (Gn.45:4-5). José entendió que todo lo que Dios había permitido en su vida era para beneficio suyo, el de su familia y de Egipto. Lo que sus hermanos hicieron estuvo mal, “… Dios prueba los corazones para dar a cada uno según su camino según el fruto de sus obras.” (Jer. 17: 9-10). Dios no va obligar al hombre a hacer lo correcto, cada uno debe decidir confiar en Dios y vivir para Él, haciendo Su voluntad. Sin embargo, nada escapa del control de Dios, sus propósitos se cumplen y nadie puede ni podrá detener sus planes divinos. José envió a buscar a su padre Jacob y a toda su familia para que viniesen a Egipto, “Y dijo Faraón a José: Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, e id, volved a la tierra de Canaán; y tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto, y comeréis de la abundancia de la tierra.” (Gn.47:18). Después de muchos años el hijo favorito se reencontró con su padre. José fue el instrumento en las manos de Dios para preservar la vida de su pueblo en aquellos siete años de hambre que toda la tierra padecía en aquel momento. José murió de ciento diez años, vio hasta la tercera generación de los hijos de Efraín su hijo menor y también los hijos de Maquir, hijo de Manasés. Y José sabía que en algún momento Dios les haría volver a Canaán, por tanto hizo jurar a los hijos de Israel que cuando eso sucediera llevaran sus huesos (Gn. 50:25, He. 11:22). Las palabras con las que me quedo, de la vida de José, son: Integridad, humildad, fidelidad y perdón. 

DIANA ZAMBRANO


JOSUÉ, EL CONQUISTADOR 

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.” Josué 1:9. 

Su nombre era Oseas, sin embargo Moisés le cambió el nombre por Josué que significa: salvador, de la misma manera que el nombre de Jesús (Mt. 1:21). Su padre fue Nun, descendiente de la tribu de Efraín. (Núm. 13:8,16). El sexto libro de la biblia recibe su nombre. Según la tradición antigua mantiene que la mayor parte del libro fue escrita por Josué y el resto por Eleazar el sumo sacerdote que estaba en aquel tiempo. Josué nació en Egipto. Fue el Sucesor de Moisés para conducir a Israel hacía la tierra prometida, la cual en su momento juró Dios que se la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob. Encontraremos referencias de su vida en el libro de Éxodo, Números, Deuteronomio, Josué, Hechos 7:45 y Hebreos 4:8. 
•Estuvo al frente en la batalla contra los amalecitas en Refidín (Ex. 17:8-14). Aparece en un momento de lucha, Moisés reconoció en Josué un hombre de guerra dispuesto a luchar las batallas de Dios, y así lo demostró. 
•Fue servidor de Moisés, aproximadamente durante cuarenta años. Juntos subieron al monte del Sinaí y mientras Moisés hablaba con Dios, Josué aguardaba su regreso (Ex. 24:13,17). 
•No se apartaba del tabernáculo de reunión (Ex.33:11). 
•Escogido entre los 12 espías que fueron a reconocer la tierra prometida (Núm. 13:16,17). 
•Junto con Caleb fueron los únicos que trajeron buenas noticias sobre la tierra, diciendo que era buena en gran manera y confiados en la promesa de que Dios se las daría. A pesar de todos los obstáculos que puedan haber, ellos rompieron sus vestidos como señal de humillación ante la rebeldía del pueblo (Núm. 14). •Elegido por Dios para ser el sucesor de Moisés (Núm. 27:18-23). 
•Conquistar la tierra de Canaán y repartirla fue su misión (Jos. 1:1-6), sin embargo quedó tierra sin poseer, pues Josué envejeció, por tanto cada tribu se encargaría de tomar posesión del territorio que le fue dado (leer Josué capítulo 13:1-7). 
• Exhortó al pueblo a no apartarse de todo lo escrito en el libro de la ley de Moisés (Jos. 23:6). 
•Renueva el pacto, “Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.” (Jos. 24:14-27). Jericó es la primera ciudad conquistada tras el paso en seco por el rio Jordán, de una manera asombrosa, siendo Josué un gran estratega militar, se somete al plan de Dios para la toma de Jericó. Una marcha alrededor de la muralla durante siete días y en el último la rodearían siete veces, luego los sacerdotes tocarían las siete bocinas que al escuchar su sonido los hombres de guerra gritarían y entonces los muros caerían, y así sucedió (capítulo 6). Ante un pueblo rebelde, y enemigos poderosos que derrotar, no es de extrañar que Dios animara a Josué, expresándole Su promesa de la siguiente manera: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (Jos. 1:5-6). Así es también con nosotros hoy, nuestro Dios nos anima ante las luchas del día a día, recordándonos sus promesas, “ Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom. 8:31), “Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;” (2 Cor. 4:8-9). Su andar como ayudante de Moisés sin duda fue su preparación para lo que años más tarde Dios le encomendaría. ¿Cómo es nuestro andar ante aquellos que el Señor ha puesto en nuestra vida para instruirnos?, ¿estamos siendo de ayuda?, ¿recibimos la enseñanza que viene de parte de Dios a través de ellos? Necesitamos reflexionar en ello. La influencia de Josué sobre el pueblo fue positiva, pues todo el tiempo que Josué vivió, ellos sirvieron al Señor (Jos. 24:31). ¿De qué manera nuestras vidas influyen en los demás?, Pablo dijo a Timoteo su hijo en la fe “… sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”, esto es sólo una pincelada de la influencia que Pablo procuró dejar impresa en la vida de Timoteo y estoy segura que éste siervo la transmitió a los demás. Que el Señor nos ayude a vivir la buena enseñanza manifestada en la Palabra de Dios, siendo de gran influencia allí donde el Señor nos ha colocado. De edad muy avanzada Josué reúne a todo el pueblo siendo ésta la última vez que se dirige a ellos, les recuerda como Dios ha estado con ellos, libertándolos de la esclavitud de Egipto, destruyendo a sus enemigos y ahora les había entregado la tierra de Canáan por heredad, por tanto les dice: “temed a Dios y servidle con integridad y en verdad”. Es la misma exhortación para nosotros en el día de hoy, hemos sido libertados de la esclavitud del pecado, ¿Cómo no servir a Aquel que lo ha dado todo por nosotros?, “y si mal os parece servir a Dios, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres… o los dioses en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”(Jos. 24:15). La firmeza y convicción de éste siervo es de ejemplo para nosotros, ¡Qué hermoso! Josué es clave en la historia de Israel y su vida se desarrolla en tres etapas importantes: 1. Parte de la esclavitud en Egipto, luego la liberación de la misma por medio de Moisés, 2. El éxodo por el desierto y 3. Entrada y establecimiento en la tierra prometida. Murió a los 110 años de edad y fue sepultado en la heredad que él eligió en Timnat-sera que está en el monte de Efraín. 

DIANA ZAMBRANO


NICODEMO, EL FARISEO

Conocemos a Nicodemo por la conversación tan interesante que tuvo con el Señor Jesucristo él cual, le reveló cosas maravillosas, escritas en el evangelio de Juan 3:1-21. También se le menciona en los capítulos 7:45-52 y 19:38-42, del mismo evangelio. Nicodemo vivía en la ciudad de Jerusalén, era miembro del sanedrín, un grupo selecto, formado por el sumo sacerdote cómo alto cargo, los principales sacerdotes, los ancianos o gobernantes, y los escribas o intérpretes de la ley. (El sanedrín era lo más parecido a lo que hoy se denomina tribunal supremo). Ellos se encargaban de controlar la vida religiosa de la nación, de evitar la idolatría, juzgar a los herejes y especialmente velar por el templo. Nicodemo pertenecía al grupo de los fariseos, una secta religiosa de aquellos tiempos la cual se caracterizaba por leer, estudiar y memorizar la Escrituras. Practicaban el ayuno, hacían oraciones largas y constantes en públic, y daban estrictamente el diezmo de todos sus bienes. Nicodemo era maestro reconocido por la nación de Israel, podemos definirle como justo, piadoso, moral y de buenas obras. Un Hombre de buena posición social y religiosa. Ambos se encuentran cuando la ciudad de Jerusalén está celebrando la Pascua, la primera que el Señor Jesucristo va a celebrar después de su bautismo. Jesús subió a la ciudad como es costumbre y en el interior del templo halló a los que vendían bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas en sus mesas, con su comercio y negocios. El Señor dio un azote de cuerdas para que los animales salieran y volcó las mesas de los cambistas y a los que vendían palomas les dijo que no hicieran de la casa de su Padre casa de mercado (Jn. 2:13-17). El Señor no obró de forma desordenada, al contrario, puso orden y mostró su celo santo. Los discípulos que le acompañaban se acordaron que estaba escrito el “celo de tu casa me consume” (Sal. 69:9). Ante ésta señal, muchos fueron testigos, entre ellos los fariseos, los sacerdotes, escribas y muchos del pueblo, de los cuales se dice que “…muchos creyeron en su nombre viendo las señales que hacía” (Jn. 2:23). Sin embargo, otros no. Nicodemo quedó maravillado ante la actitud del Señor Jesucristo, ya que nadie había puesto orden durante muchos años, ni siquiera los fariseos, quienes eran "estrictos" en el cumplimiento de la ley, y entre cuyas funciones residía la de velar por el templo. Por lo tanto, Nicodemo busca al Señor Jesús. Veamos un poco cómo se desarrolla éste encuentro personal y privado: 
Determinación. Lo importante es que Nicodemo, siendo un hombre importante y principal entre los suyos, fue a encontrarse con el Señor, no dejó pasar la oportunidad y se presentó delante de él. El Señor sabe cuando hay un corazón necesitado y dispuesto para conocerle y provee los medios para ello. Reconocimiento. Nicodemo le confiesa que las señales que había visto daban testimonio de que venía de parte de Dio. El Señor puso orden en el templo aunque esto le costara el rechazo de algunos, nadie se esperaba que el hijo de un carpintero pudiera actuar de esta manera, pero él es el Santo Hijo de Dios, mostrándolo con sus acciones santas y sus palabras de sabiduría, enviado por Dios para hacer Su voluntad. 
Desconcierto. El Señor Jesucristo respondió directamente a su necesidad, le era necesario nacer de nuevo para ver el reino de Dios. Nicodemo creía que llevando una vida religiosa, cumpliendo con los ritos y ceremonias, esforzándose en construir una vida moral y justa le haría idóneo para el reino de los cielos, pero de repente todo aquello por lo que había luchado se desvaneció. No depende de nosotros el ser salvos, sino de la obra sacrificial del Señor Jesucristo en el calvario, la cual ya fue consumada, “Quién llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1Pedro 2:24). Todo lo bueno que podamos hacer siempre estará manchado por el pecado. 
Como un niño. Este principal, reconocido fariseo y maestro de las escrituras, se hizo pequeño preguntando ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez el vientre de su madre, y nacer? El Señor le explicó que el nacimiento al cual se refería es espiritual y no físico. ¡Qué bueno que Nicodemo estuvo dispuesto a escuchar! El nuevo nacimiento es un milagro que Dios hace en la persona que toma la decisión de aceptar o recibir el regalo de la salvación. No es por sangre, es decir, la vida eterna no se hereda de padres cristianos; no es de voluntad de carne, ya que el desear que alguien sea salvo no es suficiente; como tampoco es de voluntad de varón, ningún plan o estrategia producida por el hombre puede lograr el nacimiento espiritual, esto solamente es posible por Dios, porque es una obra sobrenatural (Jn. 1:12-13). Es impresionante cómo el experto rabino no entendía lo que el Señor le estaba declarando, así que reconoció su ignorancia, se humilló y preguntó ¿cómo puede hacerse esto? En éste mismo capítulo encontramos todo el evangelio resumido en un sólo versículo que explica claramente, con palabras sencillas, la forma de ser salvo, es decir, nacer de nuevo y obtener la vida eterna. Se trata de Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Jn. 3:16). 
Abogando. En el capítulo 7 los alguaciles enviados por los principales sacerdotes para detener a Jesús, volvieron sin él, declarando: ¡Jamás hombre alguno ha hablado cómo este hombre! Allí es cuando Nicodemo intercede a favor del Señor Jesucristo ante los gobernantes que estaban enfurecidos, tachando al Señor de engañador y condenándole sin haberle escuchado (45-52). Todo lo contrario a Nicodemo, quién dispuso su corazón para escuchar, lo cual nos demuestra que no importa qué profesión tengas o a qué nivel social pertenezcas, lo importante es la disposición del corazón para atender lo que Dios dice por medio de su Palabra. Sin duda Nicodemo creyó lo que el Señor Jesucristo le declaró y lo aceptó. 
Amigo. Después de la crucifixión del Señor, nos encontramos a Nicodemo trayendo un compuesto de mirra y áloes para ungir el cuerpo de Jesús junto a José de Arimatea, quien también era discípulo del Señor, él cual pidió su cuerpo a Pilato para sepultarlo. “Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los Judíos”. Al ser sepultado en un sepulcro nuevo, y de un hombre rico cómo lo era José de Arimatea, se cumplió la profecía de Isaías 53:9 “…Más con los ricos fue en su muerte…”. Nicodemo esperaba al Mesías, le conoció, fue su discípulo, le defendió y le sirvió, y sin duda fue también testigo de Su resurrección. Una vez más podemos contemplar el cambio en la vida de una persona que pone su confianza en el Señor Jesucristo. Él dijo; “…Al que a mí viene, no le echo fuera" (Jn. 6:37b).

DIANA ZAMBRANO


SAÚL, rey
(1Samuel 9-31)

El primer monarca puesto por Dios en Israel fue Saúl, la historia de su vida la encontramos en el libro de 1Samuel cap. 9 a cap.31:6. También se le menciona en 1Crónicas 9:39-10:14 y en Hechos 13:21. Y dijeron a Samuel “…Por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.” (1S. 8:5). En contra de la Voluntad de Dios, la nación de Israel determinó ser igual que las otras naciones, sirviendo a dioses ajenos, (1S. 1:10, Jue 2:11-13), dejando así al Dios vivo y verdadero, que les libertó en numerosas ocasiones de sus enemigos y que había hecho grandes maravillas en medio de ellos. Ahora querían un rey. Entonces se juntaron todos los ancianos del pueblo para pedir al profeta Samuel que les constituya uno. Esto, más que un deseo, era una decisión que ya habían tomado, pues a pesar de que Samuel les comunica, por parte de Dios, cómo será la conducta del rey sobre ellos, no quisieron escuchar, y respondieron: “No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones” (1S. 8:19-20, 10:19). Aunque muchas veces no nos parece, Dios es perfecto y tiene todo bajo su control, nada le toma por sorpresa, él sabe los pensamientos del hombre (Sal. 139:2). Sabía que el pueblo demandaría un rey humano, por eso es que encontramos en Deuteronomio instrucciones con respecto al gobierno del mismo (17:14-20). El Señor conoce nuestra condición y provee para nuestra necesidad. ¡Él es misericordioso!, y como también sabemos, sus planes son perfectos y siempre se cumplen. Datos generales: Era benjamita, su padre se llamaba Cis, hombre valeroso. La esposa de Saúl fue Ahinoam, hija de Ahimaas y sus hijos fueron: Jonatán, Abinadab, Malquisúa, y sus dos hijas: Merab y Mical. El General de su ejército era Abner, su primo, hijo de Ner, tío de Saúl (1S. 14:49:51). En cuanto a su apariencia: La Escritura nos dice que era un joven hermoso como ninguno, en todo Israel y de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo, es decir que físicamente impresionaba y parecía apto para ser un gran rey. Su reinado fue durante 40 años en Israel, hizo guerra contra los de Moab, Amón, Edom, contra los reyes de Soba y contra los filisteos (1S. 14:47). Derrotó a los amalecitas, pueblo que peleó contra Israel después que salieron de Egipto (Ex. 17:8-14). Aunque dejó con vida a Agag, rey de Amalec, faltando a al mandato de Dios. La misión: Se le encomendó esperar siete días hasta que Samuel llegara a la ciudad para ofrecer holocausto y ofrendas de paz y sería confirmado su reinado; sin embargo, la Biblia nos relata que no esperó a Samuel y él mismo ofreció el holocausto, actuando de manera imprudente, desobedeciendo así la palabra de Dios y como resultado su reino ya no sería duradero. (1S. 13:8-14). Mas el Dios de oportunidad le concede a Saúl una nueva ocasión para obedecerle y consistía en que debía pelear contra Amalec y destruirlo todo (lo leemos en el cap. 15), para que se cumpliese el juicio que Dios ya había determinado anteriormente (Leer Gn. 8:14, Dt. 25:17-19). Las instrucciones eran claras, pero "Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir". Saúl no atendió a las palabras de Dios, apoyándose en su propia prudencia (Pr. 3:5b). Entre otros hechos: Una vez desechado por Dios, está la persecución que mantuvo contra David, el ungido de Dios para ser rey. En varias ocasiones atentó contra su vida (Cap. 18-26). También asesinó al sacerdote Ahimelec y a toda su casa. Consultó con una mujer que tenía espíritu de adivinación, después de que él mismo había cortado de la tierra a los que practicaban tales cosas. (Cap. 28). Las consecuencias de la desobediencia de Saúl también alcanzaron a sus hijos y a muchos del pueblo, pues fueron entregados en manos de los filisteos. Al principio vemos a un Saúl aparentemente humilde, luego le vemos confiado en sus propia sabiduría y finalmente angustiado, aquel que fue escogido por Dios no tomó en cuenta su palabra, y por eso Dios se apartó de él, “Y él dijo: yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel” (1S. 15:30). Saúl muere en la batalla a mano de los filisteos, al ver que está siendo vencido por el ejército enemigo le pide a su escudero que lo traspase con su espada, pero éste, teniendo temor, no lo hace, así que él mismo toma su espada y se echa sobre ella. (31:1-6). “Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consulto a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mato, y traspasó el reino a David hijo de Isaí”. (1 Cro. 10:13-14). Saúl tuvo cuarenta años de oportunidad para consultar a Jehová en todo, ser prosperado y salir victorioso, y no lo hizo. Siempre prefirió la honra de los hombres y no la de Dios. 

DIANA ZAMBRANO


SAMUEL, PROFETA Y JUEZ

"Y antes de que la lámpara de Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel" 
Fue el último juez en Israel terminando así el periodo de los jueces y siendo el primer profeta que ungiría al primer rey sobre Israel. 
Nacimiento y Familia. “Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.” (1Sam. 1:20) Hijo de Elcana y Ana, ella lo crió y cuando fue destetado, lo llevó al templo cumpliendo así la promesa que hizo a Dios (1Sam.1:11). Samuel tuvo también dos hermanas y tres hermanos (1Sam.2:21). 
Ministrando. El niño servía a Dios delante de Elí. También leemos que el joven ministraba en la presencia de Dios vestido de un efod de lino y que conforme crecía era de agrado delante Dios y del pueblo (1Sam.2:26). Sin duda que la influencia piadosa de su madre hizo que Samuel estuviera dedicado a las cosas espirituales aún siendo tan joven. Dios veía la pureza del corazón de Samuel que contrastaba totalmente con los hijos de Elí, hombres impíos. (1Sam.2:11, 2:18) 
Llamamiento. Ocurre en el momento en que la palabra de Dios escaseaba, de hecho en aquellos días, Dios no se manifestaba con frecuencia, recordemos que estaba presente el pecado de los hijos de Elí y Dios es Santo, sin embargo había un corazón sincero en quién Dios fijo su mirada. Durmiendo junto al arca de Jehová estaba Samuel, cuando escuchó una voz que pronunciaba su nombre, entonces se levantó y se presentó delante de Elí diciendo: “Heme aquí, ¿Para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó.” El joven no reconocía la voz de Dios porque no le había sido revelada su palabra y no fue sino al tercer llamado que Elí entendió que era Dios el que solicitaba a Samuel. Entonces le aconsejó que respondiera: “habla Jehová que tu siervo oye”. El joven volvió a acostarse en su lugar, “Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla porque tu siervo oye” (1Sam. 3:10). Y esto sucedió justo antes de que la lámpara de Dios se apagara. (1Sam. 3:1-10).
Juez sobre Israel y Profeta de Dios. Dios le manifestó el juicio que había determinado sobre la casa de Elí, como consecuencia del pecado de sus hijos y la tolerancia del sacerdote: “aquel día yo Dios cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho… por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado” (1Sam.3.11-14). Samuel temía declararle la visión a Elí, sin embargo ante la petición de Elí y bajo juramento, le manifestó la palabra de Dios sin encubrirle nada (1Sam. 3:1:21; 7:3-17). Dios estaba con Samuel confirmando sus palabras y “Todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. Siempre transmitió fielmente el mensaje de Dios, pese a que al receptor no le gustara, “Y juzgó Samuel a Israel todo el tiempo que vivió” y los lugares donde juzgaba eran: Bet-el, Gilgal, Mizpa y Ramá, esta última, lugar donde vivía y en la cual edifico un altar a Jehová. 
Acontecimientos destacables. El pueblo quitó a los dioses y sirvieron sólo al Señor (1Sam.7:3-14), ungió al primer rey de Israel, a Saúl (1Sam.10:1,24), hizo juicio contra Agag rey de Amalec (1Sam.15:32-33), ungió luego a David como rey, el cual era conforme al corazón de Dios y con quién hizo pacto eterno (2Sam. 7), después que Saúl fue desechado por Dios (1Sam.16:13). 
Su discurso. Una vida de servicio, desde muy joven se ocupó en las cosas de Dios. De mayor, lleno de canas y con toda humildad, pudo decir que había servido a su pueblo desde su juventud y les invita a testificar si tenían algo en contra suya y la respuesta del pueblo fue: “Nunca nos has calumniado, ni agraviado, ni has tomado algo de mano de algún hombre.” Samuel no les humilló, ni testificó falsamente contra ellos como tampoco aceptó soborno y menos aún se hizo con lo que no era suyo, fue un hombre integro (1Sam. 12). También les recuerda todos los hechos de salvación que Dios hizo a favor de ellos y de sus padres por medio de Moisés y Aarón, a través de los Jueces y del mismo Samuel. Les hizo ver su pecado, puesto que pidieron un rey para ser igual que las otras naciones. Como resultado de esta confrontación, el pueblo se arrepintió y rogaron a Samuel para que interceda por ellos ante Dios. “Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.” Aunque anciano, Samuel, no descuidó su llamado hasta el último día de su vida, a pesar de que el pueblo le había desechado por su edad y la conducta de su hijos: “… Lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.” Pero igualmente les advierte que si persisten en hacer el mal, tanto ellos como el rey morirán. “Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá.” (1Sam.25:1).

DIANA ZAMBRANO


ANA “Mi corazón se regocija en Jehová” 
(1 Samuel 1 y 2:1-21)

De ella sabemos que su nombre significa Gracia. Su lugar de residencia era en Ramá, al norte de Jerusalén. Estaba casada con Elcana descendiente de la tribu de Efraín, el cual tenía otra mujer cuyo nombre era Penina. Dios no aprueba la poligamia, el hecho de que esté registrado en la Biblia de ninguna manera quiere decir que Dios lo aprueba. Está escrito para darnos detalles de la historia, cuando Dios creó a Adán y no encontró ayuda idónea para él, creó a una mujer para Adán y no dos (Génesis 2:18,20-24). Y la evidencia de que Dios no aprobaba la actitud de Elcana es que en su familia había dificultades, no era un hogar feliz. Aunque Ana era amada por su marido, Dios no le había concedido hijos y cuando llegaba el día de ofrecer el sacrificio, Elcana entregaba a Penina y a sus hijos e hijas a cada uno la porción que les correspondía, pero a Ana le daba una parte escogida. Cada año Elcana subía para ofrecer sacrificios a Jehová en Silo y Ana sufría el tormento que le causaba Penina. La Escritura dice acerca de esto; “Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido hijos”. Ana era una mujer infeliz, no tenía hijos y su rival Penina la atormentaba. Por otro lado, en aquel tiempo, ni el sacerdote Elí ni sus hijos Ofni y Finees, eran la mejor opción para pedir consejos, pues no tenían conocimiento de Dios, y la condición del mismo Elí no era la mejor porque no reprendió el mal comportamiento de sus hijos. Ana no comía a causa de su aflicción, pero acudió a Dios en oración y derramando su alma delante de Él: “Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloro abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.” (1:10-11). Después de esto Ana no estuvo más triste, se despojo de toda su ansiedad y recibió paz. La petición de esta mujer en querer tener un hijo le fue concedido, halló gracia delante de Dios, “Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, diciendo por cuanto lo pedí a Jehová.” (1:21). Ana cumplió el voto que hizo a Dios, crió al niño hasta que fue destetado y lo llevó al templo para que se quede allí, y como evidencia de su gozo y gratitud ella dijo…. todos los días que viva, será de Jehová y Ana adoró allí a Jehová” (1:28). Dios recompensó la fidelidad de Ana porque ella pidió un niño y lo entregó al Señor, pero recibió más (Efesios. 3:20), pues después de Samuel concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Cada año que subían a Silo para ofrecer el sacrificio acostumbrado. Veía Ana a su hijo y le llevaba una túnica pequeña que ella le confeccionaba. Así que de Ana aprendemos:
• Su PIEDAD. Aunque Penina se burlaba, no vemos que Ana también se lo hiciera a ella en venganza. Aunque el sacerdote Elí la tuvo por ebria, su reacción no fue negativa, sino que le expuso la situación de buena manera. 
• Su CONSTANCIA. En su deseo de tener un hijo, acudió al que se lo podía dar. • Su SABIDURÍA. Expuso su petición conforme a la voluntad de Dios.
• Su FIRMEZA. En el voto que hizo a Dios, ya que cumplió su palabra de dedicar el niño para el servicio del Señor.
• Su INFLUENCIA en Samuel Llegó a ser uno de los grandes profetas de Dios.
• Su CONOCIMIENTO del Dios Todopoderoso. En su cántico de gratitud, que a la vez es profético, ya que menciona al Mesías, el Señor Jesucristo (2:10). 
Ana rompe los esquemas de la sociedad de hoy, donde las mujeres en lugar de desear tener hijos, ¡quieren deshacerse de ellos!

DIANA ZAMBRANO


NAAMÁN EL SIRIO 
(2 Reyes 5:1-27) 

Un hombre, con un cargo muy importante en el ejército sirio, que gozaba de alta estima delante de su señor el rey, ya que por medio de él, Jehová había dado liberación al pueblo sirio. Sin embargo, conforme vamos leyendo el relato, comprobamos que Dios estaba preparando el escenario, para mostrar su poder y gracia en la vida de Naamán. 
En el verso uno se nos habla acerca de la posición de este hombre: Varón grande y de alta estima para el rey de Siria. ¡Claro!, Naamán era el general del ejército y había ganado batallas, gracias a que Dios se las había concedido; aun siendo Siria nación enemiga de Israel. Pero es aquí donde la soberanía de Dios juega un papel importante. Sólo él sabe por qué y para qué permite situaciones que en nuestra capacidad de comprensión limitada muchas veces no entendemos. El texto continua diciendo que también era valeroso en extremo, pero leproso. La lepra es una enfermedad producida por una bacteria, provocando grandes nódulos en la piel. La progresión de las lesiones causa úlceras cutáneas, daño neurológico y debilidad muscular que empeora con el tiempo hasta alcanzar grandes deformaciones. Los síntomas abarcan lesiones cutáneas que son más claras que el color normal de la piel, lesiones que presentan disminución de la sensibilidad al tacto, al calor o al dolor, debilidad muscular y entumecimiento o ausencia de sensibilidad en manos, brazos, pies y piernas. La Biblia usa la lepra como figura del pecado. El profeta Isaías, hablando del pecado del pueblo, dijo: “Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.” (1:6). Dios conocía la necesidad de este hombre y a través de una muchacha, la cual había sido llevada cautiva de la tierra de Israel y que servía a la mujer de Naamán, dijo a su señora: "si rogase mi Señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.” (v.3). Esta muchacha fue clave en la vida de Naamán, ella siendo fiel a Dios, le reveló que había una solución para su enfermedad. Entonces Naamán le comenta a su rey lo que la muchacha Israelita le había dicho y el rey no sólo le anima a ir, sino que además envía cartas al rey de Israel para que le reciban y sea sanado de su lepra. Igualmente lleva presentes, estaba dispuesto a pagar si era posible para ser restablecido de su enfermedad. (v.4-6). El orgullo de Naamán se manifestó al enojarse cuando el profeta, a través de un mensajero, le declara lo que tiene que hacer para ser sanado. El gran general esperaba algo sumamente asombroso, puesto que dijo “He aquí yo decía para mí: Saldrá él (profeta) luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.” (v 11). ¡Nuestros pensamientos, no son los mismos que los de Dios, su forma de obrar no es como la nuestra! Namán despreció el rio Jordán, para él era insignificante ya que dijo; “Abana y Farfar ríos de Damasco ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? (v.12). Aún así, Dios utiliza a los siervos de Naamán para que considere lo que el profeta le había mandado. Así lo hizo, el valeroso varón se humilló (v.14) “El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.”. Luego expresó: “He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel (v.15)... Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.” (v.17). El don de Dios es gratuito y está al alcance de todos, por ello el profeta Eliseo no aceptó los presentes que Naamán le ofreció. Siglos más tarde, Jesús hace referencia sobre este hecho, revelando que la salvación se extendería también a los gentiles. Éstos la aceptarían mientras que su propio pueblo le rechazaría. Él dijo: “Y muchos leprosos había en Israel en el tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.” (Lucas 4:27). También citó: “ningún profeta es acepto en su propia tierra.” Por medio de la vida de Naamán Dios nos muestra la necesidad que tiene todo aquel que no le conoce. El pecado es la naturaleza del ser humano y por ello está destituido de la presencia de Dios (Romanos 3:23). Dios ha revelado el remedio para quitar de en medio el pecado: “…Y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1Juan 1:7). El Señor derramó hasta la última gota de su sangre ofreciéndose en sacrificio para borrar todos nuestros pecados, “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:9). A pesar de que Naamán era exitoso profesionalmente y reconocido por su valentía, tenía una necesidad urgente- Escuchó cuál era la solución, fue en busca de ella, y aunque hubo un momento de enojo porque no era lo que él esperaba, finalmente se humilló y obedeció a lo que el profeta había dicho de parte de Dios. Fue limpio, recibió una nueva vida y un nuevo corazón. Nuestro Soberano Dios está al control de todo, él coloca cada pieza en el lugar correcto, en el tiempo perfecto para cumplir sus propósitos. La oportunidad es para todos, pero el apropiarse de ella es la decisión particular de cada uno. “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo Unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

DIANA ZAMBRANO


FELIPE EL EVANGELISTA 

Para conocer acerca de Felipe, leeremos los siguientes pasajes bíblicos donde se le menciona: libro de Hechos 6:1-7; 8:5-40; 21:8.

La primera porción donde encontramos a Felipe, es justo en un momento de prueba para la iglesia primitiva. Los apóstoles guiados por el Espíritu Santo convocan a la multitud de los discípulos y se les encomienda que busquen de entre ellos “siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encargar la administración de los alimentos”. Felipe es uno de los siete escogidos ante el reconocimiento de los hermanos por su aptitud para tal responsabilidad. Como consecuencia de la persecución que sufría la iglesia en aquel momento, los creyentes fueron esparcidos extendiéndose así el mensaje del evangelio a otros lugares. Entre estos creyentes como representante tenemos a Felipe, que desciende a Samaria y predica a Cristo. Oyendo y viendo el pueblo los milagros que hacía, muchos creyeron en el reino de Dios y el nombre de Jesucristo. produciendo gozo en sus corazones. El engaño que por mucho tiempo había reinado en sus vidas, por culpa de Simón el mago, desapareció.
Luego le vemos compartiendo las buenas noticias de salvación a un etíope de manera personal, tras obedecer al ángel del Señor y siguiendo la guía del Espíritu Santo. Después es arrebatado por el Espíritu que lo lleva a Azoto, al norte de Gaza y al oeste de Jerusalén cerca de la costa. A su paso continua anunciando el evangelio en todas aquellas ciudades hasta que llegó a Cesarea, y por lo visto, es allí donde se estableció, porque en la última referencia que tenemos de él se nos dice que el apóstol Pablo y sus compañeros, regresando de su tercer viaje misionero, llegaron a Cesarea y posaron en casa de Felipe, el cual tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban (21:8-9).
Preparación para el servicio en la obra de Dios. Felipe cumplía con los requisitos que los apóstoles demandaban para la ocupación en las mesas. De éste aspecto, aprendo la diligencia que tuvo éste hermano en prepararse para servir al Dios eterno. Muchas veces queremos servir, pero no nos ocupamos en cultivar una relación íntima con el Señor, como tampoco nos preocupamos en aprender de las enseñanzas que tiene para nosotros en su palabra.
Constancia en medio de la prueba. Después de la muerte de Esteban, hubo una gran persecución contra la iglesia y todos fueron esparcidos, salvo los apóstoles, “pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.” (Hechos 8:4), de los cuales Felipe descendió a Samaria y predicaba a Cristo. A pesar de las circunstancias que se estaban viviendo, éste hermano fue fiel a su llamado de anunciar las virtudes de Jesucristo, proclamar el mensaje de Salvación sin despreciar a los samaritanos. Por otro lado, también está Simón, quién tenía al pueblo engañado durante mucho tiempo con sus artes mágicas; sin embargo Felipe no cesó de anunciar acerca del amor perfecto de Dios a éstas almas necesitadas, sabía por boca de los apóstoles que según el orden de Hechos 1:8 ahora tenía que ser testigo del Señor Jesucristo en Samaria. Rápidamente se vieron los resultados, conforme a la voluntad de Dios, muchas almas ganadas para Jesucristo. Cuando se presenta la prueba, ¿Cuál es nuestra reacción?, ¿dejamos de anunciar las buenas noticias?, ¿nos callamos por miedo al desprecio o la burla?. Felipe estaba firme convencido de lo que debía hacer.
Obediencia. Felipe gozaba de una estrecha comunión con Dios, él estaba dispuesto a obedecer a su Señor quién le había salvado. Prueba de ello, una vez más actúa en consecuencia, pues cumple lo que el ángel del Señor le manda, dirigirse al camino que desciende de Jerusalén a Gaza que era desierto, “Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar” (8:27). Qué hermoso es poder compartir el mensaje de salvación de manera personal y más cuando la otra persona está deseosa de conocer al Dios vivo y verdadero. Por esto es importante estar atentos a la voz del Señor para ser guiados a aquellos corazones que están buscando de su amor y sin duda obedecerle. El resultado de la obediencia de Felipe fue una vida salvada y un buen testimonio, no sólo a los que viajaban con el etíope, sino también y con toda seguridad, fue testigo de la gracia de Jesucristo en su nación.
Hospedador. El autor a los Hebreos nos exhorta como a creyentes “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo hospedaron ángeles.” (Hebreos 13:2). Una vez más Felipe dando testimonio de ser siervo del Dios de amor, recibe al apóstol Pablo y a los que con él iban en su casa. No tengo duda de que este encuentro fue de gran gozo y bendición al exponer, de ambas partes, lo que Dios estaba haciendo a través de ellos, de cómo las personas se convertían al Dios vivo y verdadero, pero también el cuidado que Dios tenia con ellos ante sus enemigos (Hechos 21:8).
Lo que puedo ver en Felipe es que fue determinante en anunciar a Cristo yendo a cualquier lugar donde Dios le llamare sin perder el tiempo, sometiéndose a su voluntad divina. Un creyente comprometido con su Señor, que empezó sirviendo en las mesas y que se le conocerá por siempre como ¡Felipe el evangelista! 
"¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” Romanos 10:15.

DIANA ZAMBRANO

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